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Actualizado: 21 de junio de 2025


Cuando estaba borracho hacía tales dibujos por las calles, que, como decía Yurrumendi, sólo por verle marchar trompicando, se le podía convidar a vino. Al llegar Joshepe Tiñacu a casa, se paraba, y, con voz suave e insinuante, solía decir a su mujer: Anthoni, saca el disco. La mujer se asomaba a la ventana con una luz, y el borracho, entonces, entraba en su casa.

Llevaba el traje lleno de lamparones, la boina sucia, el pelo largo, se olvidaba la corbata. Era una verdadera calamidad. Por eso se le llamaba Joshé Cracasch, y a él no sólo no le ofendía el apodo, sino que le hacía gracia; en cambio su madre, André Anthoni, se ponía como una fiera cuando oía que a su hijo le daban este mote.

Pues habéis de saber dijo Dantchari que José Cacochipi, el hijo menor de André Anthoni la confitera, ha sido conocido siempre, urbi et orbe por el apodo de Joshé Cracasch. Este apodo lo tenía muy merecido porque Joshé era hace años, y aun hace meses, el mozo más abandonado de la ciudad y de los contornos; así que todo el pueblo, némine discrepante, lo apodaba Cracasch.

La chica le envió la carta a Joshé diciéndole que se querían burlar de él, pero que ella le estimaba y que pasara por delante de su casa y que hablarían. Joshé fué y vió a la muchacha y le dió las buenas tardes y no se le ocurrió más; ella le preguntó si su madre, André Anthoni, estaba buena, él la contestó que y entonces ella le dijo: Hasta mañana, Joshé. Adiós.

Palabra del Dia

rigoleto

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