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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Llegó día en que Maxi se expresaba con una violencia muy opuesta a su carácter pacífico, y cuando no le contradecían, se contestaba él, echando leña por sí propio en la hoguera de su ira; y por fin se iba refunfuñando, cerraba con golpe formidable la puerta, y bajaba la escalera de cuatro en cuatro peldaños. Por las noches el lobo se trocaba en cordero.
En efecto: Villanueva, furioso porque <i>El Conciso</i> se reía de sus proyectos de ley, lo denunciaba al Congreso Nacional, y luego nos regalaba la contestación. Era esta una de las anomalías y rarezas de aquella nuestra primera Asamblea, bastante inocente para detenerse en disputar con los periódicos, dictando luego severas penas que contradecían la libertad de la imprenta.
Después, ya en pleno idilio con Adriana, solía preguntarse, intrigado aún, si alguna llama de amor no habría flotado invisible para él, entre aquellos desvíos, que tan mansamente contradecían la atención demasiado seria y dulce con que otras veces le escuchaba. Meditando de esta suerte, le entraba gran lástima y piedad para Laura, para Adriana y para sí mismo.
Vino una discusion en que todos, olvidándose del Capitan General, intervinieron; hablaban á la vez, gritaban, no se entendían, se contradecían; Ben Zayb las tenía con el P. Camorra y se enseñaban los puños, el uno hablaba de gansos y el otro de chupa-tintas, el P. Sibyla hablaba del Capítulo y el P. Fernandez, de la Summa de Sto.
D. Berenguer de Requesens, General de las galeras de Sicilia, fué siempre de parecer que no se fuese á Trípol, y ansí lo decía públicamente y lo escribió al Rey, por lo que vino el Duque á desabrirse con él y á no tratar con alguno de los que contradecían la ida. Con D. Alvaro solamente consultaba y comunicaba todo lo que se había de hacer.
El Visorrey lo recibió y hospedó honrosísimamente. En este medio todos trabajaban á porfía en levantar el fuerte, aunque muchos eran de parescer que no se hiciese allí, por la falta que había de agua y por no poder dar socorro á los navíos que le vernían á vituallar. Cuanto más lo contradecían, tanto más priesa se daban en la obra.
Durante todo el camino los dos charlaban y se contradecían. El cura reprochaba a Bernardo que no fuera a misa, y éste respondía: Mi mujer y mis hijas van por mí... Bien sabéis, señor cura, que así somos nosotros. Las mujeres tienen religión por los hombres. Ellas nos harán abrir la puerta del Paraíso. Y maliciosamente añadía, dando un suave latigazo a la vieja yegua: ¡Si lo hay!
Cierto que había vuelto al lado de la Condesa y la había tratado con mayores consideraciones; pero si esto debía demostrar que estaba arrepentido de sus malos procederes de antes, el mismo arrepentimiento, la presencia de esos escrúpulos en su mente contradecían la hipótesis del asesinato; mal podía desear la muerte de un ser, quien se arrepentía de haberle ocasionado dolores.
El hacha ¡bueno!; pero la mujer se llamaba Masicas, que quiere decir «fresa agria». Y era agria Masicas de veras, como la fresa silvestre. ¡Vaya un nombre: Masicas! Ella nunca se enojaba, por supuesto, cuando le hacían el gusto, o no la contradecían; pero si se quedaba sin el capricho, era de irse a los bosques por no oírla.
El mariscal O'Donnell, jefe del gobierno, se ponia furioso cuando le contradecian los oradores de la oposicion, sin saberse sujetar á las buenas reglas parlamentarias. Es que; bajo todas las latitudes, los hombres de sable se creen siempre en el cuartel, cualquiera que sea su posicion.
Palabra del Dia
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