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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Rafael, después de la partida de su amante, apenas salió a la calle. Le molestaba la curiosidad de la gente, la conmiseración burlona de los amigos que envidiaban su pasada felicidad y permaneció dos días en su casa, seguido por la mirada interrogante de su madre.

Así que supieron nuestra posición y destino, algunos pasajeros que iban a puntos próximos me dejaron ver una franca y sincera conmiseración.

Un cínico atrevimiento de librería que ha triunfado para siempre... Pero el vulgo, amigo Ojeda, quiere que sus héroes sean desgraciados, para amarlos con la simpatía de la conmiseración. Vea usted a Goethe el más grande tal vez de los poetas de nuestra época.

Entonces se ocultaron rápidamente, casi de un salto, en la salona, y se volvieron ambas hacia , que no las perdía de vista, con la pena y la conmiseración pintadas en la cara. A todo esto, don Pedro Nolasco, de pie, rígido, inmóvil y silencioso, en el mismo sitio en que se había plantado al entrar.

Comenzaba a arrepentirse de su brutalidad. ¡Pobre Mina!... Pero ella, protestando de esta conmiseración, giró la cabeza sobre su hombro hasta apoyar la nuca, y en tal postura, con los ojos llenos de lágrimas y sonriendo al mismo tiempo, se elevó en busca de su boca, devolviéndole las caricias con un beso largo, interminable.

Todas sus afirmaciones, aun las más insignificantes, las rubricaba con la misma declaración: «Y esto se lo ice a osté su seguro servior Antonio Díaz, natural de Málaga, por otro nombre el señó Antonio el Morenito». Y acompañaba esta firma verbal con una mirada de superioridad y conmiseración que parecía decir: «Al que sostenga lo contrario le rebano e pescuezo».

Ha llegado tarde este año, pero el que viene... ¡Pobre Santa Catalina! Ya puede aprovechar lo poco que le queda... ¡Viva San Pablo!... 25 de noviembre. Hoy gran fiesta para las solteras, jóvenes y viejas. A primera hora, esta mañana, Celestina, de muy buen humor, se paseaba en su cocina con ardor febril. Pero, mujer, te estás cansando le dije con conmiseración.

Pasó el caballo ante el toro, sin que doña Sol pudiera refrenarlo por la velocidad que llevaba, y la fiera salió tras él, convirtiéndose de perseguida en perseguidora. La dama no pensó en huir. La contemplaban de lejos muchos miles de personas, temía las risas de las amigas y la conmiseración de los hombres, y refrenó el caballo, haciendo frente a la fiera.

Las comadres la saludaban al pasar con las mismas palabras de conmiseración, y el cartero, poco hablador naturalmente, se llevaba militarmente la mano al quepis y dirigía a la madre y a la hija una mirada de respetuosa simpatía mordiéndose el duro bigote.

La señora miraba a la enferma con ojos de conmiseración. ¡Qué gran cosa es la fe! murmuró con suspirante voz. , señora; una cosa hermosa. Y Rafael hubiera añadido alguna frase retórica y brillante de las muchas que había leído en los autores sanos, sobre las grandezas de la fe; pero en vano rebuscó en su memoria; no había nada: aquella mujer turbaba profundamente su timidez de solitario.

Palabra del Dia

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