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Actualizado: 30 de junio de 2025
Al volver Amaury a casa, se conceptuaba el más dichoso de los mortales. Había pasado un día de felicidad completa, de esos que hacen época en la existencia de un hombre; uno de esos días que no son oscurecidos por la más ligera nube, y en que todos los accidentes de la vida ordinaria confúndense de un modo armónico lo mismo que los detalles de un magnífico paisaje se confunden con el cielo.
Cuente usted, aclare usted eso. ¡Ay! Es demasiado horrible. Nosotras no estamos acostumbradas á esas cosas, y tales hechos nos confunden; yo, sobre todo, no puedo soportar.... Pues no lo duden ustedes. El joven se coló en la casa el domingo por la tarde, y estuvo aquí como una hora. Averígüenlo ustedes y verán cómo es cierto. Si parece increíble dijo Paz, sentándose otra vez.
Los de más allá, en el último grado del embrutecimiento y de la embriaguez, se entretienen en machacar entre dos balas la mano de un marinero a quien la borrachera ha matado. Y una porción de juegos más, a cual más original y delicado. Los gemidos, los gritos de rabia y de loca alegría se confunden y se acuerdan. El puente está enrojecido de sangre o de vino. ¡Qué importa!
Brusélas, ciudad muy visitada por extranjeros, particularmente alemanes, ingleses y franceses, tiene una poblacion considerable relativamente a la de todo el país. La de la ciudad propiamente dicha no baja de 174.000 habitantes, que se eleva á mas de 284,000 computando la de los suburbios ó arrabales que casi se confunden con Brusélas.
Los señores canónigos cantan todos los días al otro lado de esa pared, sin sospechar que sobre sus cabezas hay tales alegrías. ¿Y las vidrieras, tío? Fíjese usted bien. Al principio ciegan tantos colores, se confunden las figuras, el plomo corta los monigotes y no se adivina nada. Pero yo he pasado tardes enteras estudiándolas, y me las sé al dedillo.
Ellos han dado una brillante fiesta campestre en los grandes jardines del castillo, pues se confunden con los grandes bosques de las inmediaciones. Desde Monculot ha salido Alfonso para París, en donde ha sido llamado por sus amigos para consultarle sobre lo que llaman golpe de Estado.
Si pasa desde el fondo de las simas á la arista de los precipicios y en todas las variadas formas que se ofrecen á la vista, conserva el monte su inmaculada blancura. Si ilumina el sol la superficie de la nieve, se ven brillar innumerables diamantes; si el cielo aparece bajo y ceniciento, los elementos parece que se confunden. Jirones de nubes y montecillos nevados no se diferencian unos de otros.
No vemos simplemente un color, sino que le vemos en una extension circular, triangular ó de otra especie. Estas figuras se confunden con la extension misma, en cuanto es aplicada; y además tampoco sirven de lazo para las demás sensaciones.
Los años que siguen al 34 están demasiado cerca, nos tocan, nos codean, se familiarizan con nosotros. Los hombres de ellos casi se confunden con nuestros hombres. Son años a quienes no se puede disecar, porque algo vive en ellos que duele y salta al ser tocado con escalpelo. Aquí concluyen definitivamente estos.
En este paraje la naturaleza se presenta tal cual era hace millares de siglos antes de que el hombre se instalara en la orilla de los ríos y los arroyos que lo alimentan. Como en los tiempos del pleriosauro, la tierra y el agua se confunden en un caos: bancos de cieno, islas emergiendo aquí y allá, pero apenas distintas del agua que las baña, brillan como ella y reflejan las nubes del espacio.
Palabra del Dia
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