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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Es que no sólo Obdulia es la que tolera... lo que yo no quiero tolerar. Las mismas Emma, Pilar y Lola consienten confianzas.... ¡No me toques a las hijas del marqués! gritó la tía, poniéndose en pie y dejando caer el Werther sobre la raída alfombra.

El paseo con el estudiante, la escena del ventorrillo, la vil tortilla cebolluna, las naranjas comidas en campo raso, las confianzas, las carreritas, se reprodujeron en su imaginación como un sabor amargo y malsano, haciendo salir el rubor a su semblante. Habían sido aquellas aventurillas tan contrarias a su dignidad y a su posición futura, que diera cualquier cosa porque no hubieran pasado.

Los marqueses de Vegallana sabían tratar a sus convidados con todas las reglas de la etiqueta empalagosa de la aristocracia provinciana; pero en estas fiestas de amigos íntimos, de que a propósito se excluía a los parientes linajudos que no gustaban de ciertas confianzas, se portaban como pudiera cualquier plebeyo rico, aunque sin perder, aun en las mayores expansiones, algunos aires de distinción y señorío vetustense que les eran ingénitos.

Muy pronto no fué ya amistad lo que me dispensó la reina, sino cariño; cariño que creció de día en día y que hoy vos lo debéis saber, señor, porque debéis saber todo lo que tiene relación conmigo ha llegado á ser amor de hermanas. Y este amor ha crecido por las mutuas confianzas.

Una manotada de Potaje le interrumpió. Compare, ya había yo camelao denque te vi que eres rata de iglesia o argo paresío. El Nacional callaba, sin atreverse a estas confianzas, pero sonreía levemente. ¡Un sacristán convertido en bandido! ¡Qué cosas diría don Joselito cuando él le contase eso!... Me casé con la mía, y tuvimos el primer chiquiyo.

Allí se quedaban los dos como dueños de todo. Con otros huéspedes no osaría tales confianzas. Pero el señor de Maltrana podía hacer lo que gustase y disponer de su biblioteca: todas las puertas quedaban abiertas. Si necesitaba clavar algo en el arreglo de la casa, allí tenía un poco de todo, en el cajón de los chismes.

Empinándose desde el vecino mar, como si quisieran ceñirle en un abrazo, le salpicaban las olas con su espuma. Y una libertad paradisial, una inmensa reciprocidad de confianzas, mantenían por dondequiera la animación de una fiesta inextinguible...

Palabra del Dia

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