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Actualizado: 10 de octubre de 2025
ELECTRA. Llámame lo que quieras, Máximo; pero ángel no me llames. ELECTRA. Ni eso. MÁXIMO. No tanto. ELECTRA. Mira que no hay más. He creído que en estos apuros, vale más una sola cosa buena que muchas medianas. MÁXIMO. Acertadísimo... ¿Sabes de qué me río? ¡Si ahora viniera Evarista y nos viera, comiendo, así, solos...! ELECTRA. ¡Y cuando supiera que la comida está hecha por mí!...
Dieron en darme de comer cuanto ellos podían, y gustaban de ver que cuando me daban nueces o avellanas, las partía como mona, dejando las cáscaras y comiendo lo tierno. Tal hubo que, por hacer prueba de mi habilidad, me trujo en un pañuelo gran cantidad de ensalada, la cual comí como si fuera persona.
En estos y otros razonamientos iban los andantes, caballero y escudero, cuando vieron, habiendo andado poco más de una legua, que encima de la yerba de un pradillo verde, encima de sus capas, estaban comiendo hasta una docena de hombres, vestidos de labradores.
Y el joven siguió comiendo y bebiendo gentilmente, porque á los veinticuatro años los cuidados no quitan el apetito. POR QU
Todo el día gastábamos en dar gracias a Dios por habernos rescatado de la captividad del fierísimo Cabra, y rogábamos al Señor que ningún cristiano cayese en sus manos crueles. Si acaso comiendo alguna vez nos acordábamos de las mesas del mal pupilero, se nos aumentaba el hambre tanto, que acrecentábamos la costa aquel día.
Otros eran pueblos de más edad, y vivían en tribus, en aldeas de cañas o de adobes, comiendo lo que cazaban y pescaban, y peleando con sus vecinos. Otros eran ya pueblos hechos, con ciudades de ciento cuarenta mil casas, y palacios adornados de pinturas de oro. Y gran comercio en las calles y en las plazas, y templos de mármol con estatuas gigantescas de sus dioses.
El público se agolpaba junto al mostrador, y charlaba, comiendo y bebiendo. Los rostros melancólicos que se veían a veces no turbaban la alegría general: al contrario, son precisos con harta frecuencia para hacer más pintorescos el cuadro, sobre todo en lugares donde se representan dramas.
No, Ricardo; esto lo demuestran los mismos animales, y si no observa a las vacas, por ejemplo; ¿tú crees que una vaca a la que el tambero le quita la leche que ella formó para su ternero no sufre? ¡Sufre, che! pero se resigna. ¿Y sabes cómo lo demuestra?... ¡Comiendo de nuevo para tener leche otra vez, en la esperanza de que le alcance al hijo de sus entrañas!...
El pueblo, que está bebiendo ó bailando, le saluda y da la bienvenida con gritos descompasados y mucha algazara, diciendo: ¿Tata equice? Padre, ¿ya has venido? á que responde él con el título de Panitoques, esto es: «¿Hijos qué hacéis? ¿Estáis bebiendo ó comiendo?
EL brigadier, por un efecto de hidalga galantería, celebró mucho estos malos versos, y comiendo y conversando como buenos amigos, llegamos á Santa Genoveva. Despues de visitar el monumento que ya conocen mis lectores, aunque muy superficialmente, manifestamos, al conserje nuestro, deseo de visitar el Panteon.
Palabra del Dia
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