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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Concluyó, no obstante, por dar suelta a la lengua y referirles las mil iniquidades que la señora de Quiñones cometía con la niña recogida. Quedaron horrorizadas. Los Quiñones eran la gente más poderosa de la población; D. Pedro, jefe del partido gobernante, en la provincia; las autoridades, hechura suya o sometidas a su influencia. Todo se taparía enseguida y quedaría como antes.
Levantóse el entredicho despues del 15 de febrero de 73, y parecia reinar la concordia, pero duró poco tiempo, porque el conde de Cabra, que se acababa de apoderar de Almodovar, cometia en la ciudad y campiña grandes vejaciones: el de Aguilar exasperado volvió á sus pasados rigores, y el obispo volvió á poner entredicho á 19 de octubre.
Variaba su juego caprichosamente, cometía errores voluntarios, y el éxito le salía siempre al paso. Al fin se cansó. Esto fué antes de la guerra, y en vez de las fichas de hueso que representan cien francos, se jugaba con hermosas monedas de oro de igual valor. Tenía ante él numerosas y deslumbrantes columnas de dicho metal; fajos de billetes... ¿Quién quiere dinero?
Después era Aurora sola la que cometía el nefando crimen, penetrando de puntillas en la alcoba, dándole a oler un maldecido pañuelo empapado en menjurje de la botica, y dejándola como dormida, sin movimiento, pero con aptitud de apreciar lo que pasaba. Aurora cogía al chiquillo y se lo llevaba, sin que su madre pudiera impedirlo, ni siquiera gritar. Despertó acongojadísima.
Ninguna dama de Lancia cometía la bajeza de presentarse en el Bombé los domingos mientras no estuviesen paseando en él algunas otras de su categoría. Pero esto era de una dificultad insuperable, dada la unanimidad de pareceres.
De aquellas once mil, una cabeza Los ingleses tambien en aquel dia A mal echaron! ¡Santa y rica pieza! ¿Quien duda á Dios la Virgen le diría, "La injuria á vos, Señor, bien se endereza, Y contra vos el mal se cometía, Pues sois para vengarla poderoso, Destruya vuestra diestra al flagicioso."
Sus manos eran quizás un poco cortas, pero blancas como el marfil, con los dedos redondos, ondulosos, regordetes, en los que, no obstante, se adivinaba la garra. Su pie era el pie corto de las andaluzas, redondeado, lo mostraba tal como era y no cometía la tontería de usar botas largas.
¡Había comido fuera de casa sin avisar! doña Paula consideraba esta falta de disciplina doméstica como pecado de calibre. Pocas veces los cometía su hijo, y por lo mismo la impresionaban más.
La pobrecilla, para entretener sus fastidios villaverdinos, repasaba el repertorio en boga. No me detuve a escucharla. Me pareció que cometía yo una infidelidad. La plaza estaba casi a obscuras. Ardían los cinco faroles, pero con luz tan débil y escatimada, que apenas dejaban ver los árboles, la fuente y el barandal.
No pensó que fuese grande la indiscreción que cometía; lo que había visto la tía, podía muy bien verlo el marido. La llave pareció ponerse espontáneamente entre sus dedos como si una adversa y misteriosa influencia mandase á su voluntad. Abrió la caja y al levantar la tapa vió desde luego las cartas acusadoras. Las tomó, sin sospechar nada malo.
Palabra del Dia
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