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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Le guardaba muchas menos consideraciones que a Manín. Pero lo que verdaderamente dejó estupefacta a la población y se prestó a sin número de comentarios y chufletas fue lo que D. Pedro hizo, poco después de llegar de Madrid, en cierta solemnidad religiosa. Se presentó en la iglesia con uniforme blanco cuajado de cordones y entorchados, que debía de ser el de maestrante de Ronda.
Señor don Timoteo, un literato de la fama de usted tendrá siquiera ideas generales de todo, demasiado sabrá usted... Sin embargo... ahora estoy escribiendo un tratado completo con notas y comentarios, míos también, acerca de quién fue el primero que usó el asonante castellano. ¡Hola!
Melchor, que acababa con el mate que tenía en la mano, se lo dio a Ramona, diciéndole: No me dé más. La conversación continuó anticipando comentarios sobre las fiestas proyectadas para festejar el cumpleaños de Melchor, postergado hasta el domingo, con el objeto de poder darle todo el esplendor que, según Baldomero, merecía.
No dudamos que al lector habrán de ocurrirse sabrosos comentarios, como ocurrieron á nosotros, después de conocido el documento, pues, es de tal naturaleza, que su lectura préstase á reflexiones de índole distinta, por más de un concepto.
Los viejos siguieron su paseo, haciendo interminables comentarios e infinitas hipótesis acerca de aquella visita inesperada. María continuó obstinadamente pegada a los cristales del balcón, velada a los ojos de sus amigos por las grandes cortinas de damasco.
Entonces, todo son comentarios malévolos, llegando á oídos de la madre una que otra frase. Esto no deja de inquietarla. Aquellos importunos, á quienes trata de desviar de su lado, son á veces gentes de influjo que podrían perjudicar á su esposo. En ninguna parte trabaja tanto la imaginación como en los baños de mar.
De todo compraban aunque fuera en cortísima cantidad. Los comentarios de él sobre la calidad de las cosas compradas no tenían término.
Ha fallecido en su celda del convento de las Salesas la señorita doña Rosa Carraspique y Somoza, hija del conocido capitalista ultramontano don Francisco de Asís, monja profesa con el nombre de sor Teresa. Mucho tendríamos que decir si quisiéramos hacernos eco de todos los comentarios a que ha dado lugar esta desgracia inopinada.
Ya sabía ella lo que pasaba cuando disponían semejantes francachelas: primero, cuarteto de comentarios sobre si tal o cual hermano tenía o no manos puercas en la administración de la cofradía; y luego, cuando iba decayendo la charla, formación y aislamiento de dúos: Casilda y el cerero se quedaban en el gabinete, discutiendo la elocuencia de un predicador, mientras Damián y la cerera se iban al cuarto de la plancha.
Con estas interesantes biografías y los comentarios subsiguientes, entretuvimos el camino, sinuoso y endemoniado, dejando por nuestra derecha la cuenca del río que distaba ya muy poco de sus fuentes.
Palabra del Dia
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