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Actualizado: 8 de septiembre de 2025
Un collar, dos brazaletes de perlas, es la armonía de una mujer, el verdadero adorno femenino, que en vez de divertir, conmueve, enternece á la ternura. Ello dice: «¡Amemos! ¡Silencio!» La perla parece enamorada de la mujer y ésta de aquélla. Las citadas damas del Norte, cuando se las han puesto una vez ya no las abandonan, llevándolas día y noche escondidas bajo sus ropas.
Su traje databa de antes de la guerra, pero era rico y la duquesa lo llevaba con el mismo garbo que en sus tiempos de opulencia. El largo collar de perlas adquiría un aspecto de autenticidad sobre su persona, así como los demás adornos. Se adivinaba en ella un arreglo extraordinario con motivo de su visita al club.
23 Con su collar en medio de él, como el collar de un coselete, con un borde en derredor del collar, para que no se rompiese. 24 E hicieron en las orillas del manto las granadas de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido. 25 Hicieron también las campanillas de oro puro, las campanillas las pusieron entre las granadas por las orillas del manto alrededor entre las granadas:
Esta misteriosa piedra, que se engarzaba como por privilegio en medio de las otras perlas, tenía una oculta y maravillosa propiedad, y era que los matices de sus colores cambiaban incesantemente cuando la persona que se adornaba con el collar se acercaba en bien o en mal a alguna súbita mudanza o peripecia en su condición y fortuna.
Replicó el Saturnino á estas razones, y no se hubiera concluido la disputa, si en el calor de ella no hubiese roto Micromegas el hilo de su collar de diamantes, y caídose estos; que eran unos brillantes muy lindos, aunque pequeñitos y desiguales, que los mas gruesos pesaban quatrocientas libras, y cincuenta los mas menudos.
Al Sultán sólo se le escuchaba de vez en cuando estas palabras: Falta el collar de perlas. Y los cortesanos en voz baja se hacían el eco diciendo: Entre otras cosas que pueden faltarle a la Princesa, se echa de menos el collar de perlas.
Montiño no pudo comprender el verdadero sentido de la exclamación del padre Aliaga: si era una amenaza para él, ó un deseo íntimo del fraile. ¿Conque decís dijo al fin que yo debo seguir en mi oficio de espía y de corredor para ciertos asuntos del duque de Lerma? Sí. ¿Debo, pues, llevar este collar á doña Ana de Acuña? Indudablemente. ¿Y después debo deciros lo que me haya dicho esa dama? Sí.
Tuzaní se precipita por en medio de las llamas en la habitación de Clara; pero la encuentra moribunda, herida por la mano de un soldado. Sediento de venganza, corre al campamento cristiano; observa que un soldado tiene un collar, que reconoce como joya de su amada, deduciendo, de esta circunstancia, que este soldado es el asesino de Clara; por cuya razón lo mata.
Tú deberías saber que ese collar maravilloso, esperanza de tu porvenir, así como ha sido origen de la grandeza de tu familia, hace perfecta balanza y forma, por inseparable, con tu famoso alfanje Dul-Cahir, que fué un tiempo la victoriosa espada de Alí, bendígalo Alá.
Agora se llegó aquí, y no sé cúyo sea, aunque sé que no es de los rebaños de la redonda." "Pues así es respondió el señor , ponle luego el collar de Leoncillo, el perro que se murió, y denle la ración que a los demás, y acaríciale porque tome cariño al hato y se quede en él."
Palabra del Dia
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