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Cogen fruto por fruto, y con el bolo le quitan la corteza estoposa exterior, llamada bonote; rayan sobre bilaos de madera la carne, empleando para esta operación una cuchilla de cortas dimensiones y ligeramente curva, á fin de que pueda trabajar en las paredes cóncavas de la chireta. Una vez recogida toda la carne, la descomposición, el cocimiento y la prensa se encargan de lo demás.

Por eso cuando pasa mucho tiempo sin cambio político, cogen el cielo con las manos los sastres y mercaderes de trapos, y con sus quejas acaloran a los descontentos y azuzan a los revolucionarios. «Están los negocios muy parados» dicen los tenderos; y otro resuella también por la herida diciendo: «No se protege al comercio ni a la industria...».

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Se cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 De esta manera, todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol podrido lleva malos frutos. 18 No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol podrido llevar frutos buenos. 19 Todo árbol que no lleva buen fruto, se corta y se echa en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Las alas con que bogan son feas y agudas, y llegan con ellas á los pescadores, que los cogen con demasiada prisa. Son intolerables las heridas que hacen con sus espinas; pudre é inflama de tal manera, que dan calentura, convulsiones, y tétanos, ó extension de nervios, terminando algunas veces en muerte. Pescado sin escama.

«Para que los niños de pecho espelan por el conducto natural lo que han mamado en el vientre, se cogen yerbas de Corocanding y después de machacarlas con la mano se aplican al vientre, y verá en breve el efecto también para este fin es bueno las de la Tarotarayo ó Sorosoró machacandolas en el agua que se le ha de dar de bañar al chiquillo.

Los manobos, á semejanza de los negritos, á que deben su origen al mezclarse éstos con los malayos, no dedican gran atención á las faenas agrícolas, pues éstas se reducen á desmontar el sitio que juzgan adecuado, y sin otra preparación hacen sus siembras, cogen las cosechas, y para otra buscan nueva sementera.

43 Porque no es buen árbol el que hace malos frutos; ni árbol malo el que hace buen fruto. 44 Porque cada árbol por su fruto es conocido; que no cogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de las zarzas. 45 El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

Algunas aves aficionadas á su carne lo espían y lo cogen al dar el vuelo; otras veces se elevan tanto que vienen á caer en las cubiertas de los barcos. Nosotros hemos tenido ocasión de examinar algunos de éstos en el viaje á Filipinas, pues en los días de viento eran muchos los que caían á cubierta. Tiburón.

Las flores de este campo no crecen más de lo que alcanza el vellón de un carnero; es menester bajarse para verlas; pero su aroma es delicioso, y cuando se cogen para desenrollar sus hojas con los dedos y examinar su textura, sus corolas, sus estambres o sus colores, el corazón admira a la Providencia, que se ha tomado tanto cuidado para estas germinaciones del musgo como para los vegetales gigantescos de las selvas.

La Providencia hubiera hecho al mundo un bien muy grande, no habiendo dado necesidades materiales á los hombres que se consagran á la vida intelectual, especialmente tratándose de aquellos que son peregrinos en el presente; peregrinos que, con el báculo de la verdad en la mano y una esperanza valerosa en el corazon, cogen hoy espinas que mañana se convierten en flores, y sirven de corona á las generaciones venideras.