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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y el rey y Amán estaban sentados a beber, y la ciudad de Susa estaba alborotada. 1 Cuando supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, y se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor. 2 Y vino hasta delante de la puerta del rey; porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio.
D. Juan José de Vertiz, noticiando los motivos de esta deliberacion; y ya por las enfermedades que se padecieron en dicho puerto de San Julian, por el desabrigo, larga navegacion, alimento de carnes saladas, y otras causas, acabaron de levantar el universal clamor contra ambos establecimientos; cuyas continuadas quejas y suspiros abrieron en el benignísimo corazon del Sr.
No, no... ¡Ya la hora fatal ha llegado, trovador! Manrique, partamos ya, no perdamos un instante. DENTRO. ¡Ay! LEONOR. Esa voz penetrante... ¡Si no fuera tiempo ya! Despacio viene la muerte, que está sorda a mi clamor; para quien morir desea despacio viene, por Días. ¡Ay! Adiós, Leonor, Leonor.
Los de Lorío, viendo á su compañero así caído y golpeado, volaron al fin á su socorro. Mas los de Entralgo y Villoria, animados con la presencia de Nolo y su buen suceso, les salieron al encuentro. Cuando los de uno y otro bando se hubieron encontrado, sonó un formidable clamor. Los hombres chocaron con los hombres, los palos con los palos.
12 Los gentiles oyeron tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque fuerte se encontró con fuerte, y cayeron ambos juntos. 13 Palabra que habló el SE
El repique había cesado y solo los tañidos resonaban en medio del silencio de la noche, al través del murmullo de las ramas agitadas por la brisa y el acompasado clamor de las ondas del vecino lago, como poderosa respiracion de la naturaleza sumida en grandioso sueño. Impresionado por el lugar y el momento caminaba cabizbajo el joven como si tratase de ver en la oscuridad.
Se abandonó todo trabajo; no se pensó más en los heridos, y muchos de éstos, sacados ya sobre cubierta, se arrastraban por ella con delirante extravío, buscando un portalón por donde arrojarse al mar. Por las escotillas salía un lastimero clamor, que aún parece resonar en mi cerebro, helando la sangre en mis venas y erizando mis cabellos.
Por lo demás, es tal la afición del público, que cuesta no poco trabajo hallar asiento .» La condesa de Aulnoy, cuyo viaje á España cae al comenzar el reinado de Carlos II, dice así desde San Sebastián: «Después de haber descansado, formé el proyecto de visitar el teatro. Cuando entré en él, se levantó un clamor general, que significaba ¡mira! ¡mira!
22 Y cuando comenzaron con clamor y con alabanza, puso el SE
19 He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No [está] el SE
Palabra del Dia
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