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Actualizado: 14 de junio de 2025
Al entrar, se ve á la derecha la nueva y simétrica poblacion de Barceloneta, especie de ciudadela mercantil, que tiene en avanzada el muelle de descarga, el faro y la primera estacion de ese cuartel de fiscalizacion egoista que se llama Aduana.
Su coraza, ó si se quiere, su fortaleza de piezas movibles, retráctiles y reparables en caso de accidente, esa fortaleza, aplicada y anclada invenciblemente á la roca, y más aún á la roca socavada que forma como un muro, de suerte que el enemigo no encuentre punto vulnerable para volar la ciudadela, es un sistema completo imposible de sobrepujar.
Desde allí se tiene la idea completa de la Alhambra, que debió sor una obra inmensa, formidable y de muy variadas condiciones. Una primera línea de fortificaciones, destacada bajo los bordes de la circunferencia de la planicie, lo encerraba todo: la ciudadela y los palacios, los parques y jardines y el Jeneralife.
Te mostraré solamente las torres de Marboré, rocas inmensas coronadas de almenas, ciudadela encantada donde nieves perpetuas, heridas por el sol, parecen antemuros de diamante. Te indicaré de lejos el portillo de Roland, esa muralla de granito que separa a Francia de España, y que Roland abrió con un golpe de su tajante espada... Ven, acércate.
El convento de Predicadores de la orden de Santo Domingo, ocupado ahora por el Instituto, Oficinas de Hacienda y Guardia civil, se hallaba fundado en el sitio que fue la Ciudadela o principal fuerte de la ciudad de Teruel en el muro de la misma: hízose esta fundación en el año 1611, por D. Miguel Andrés, vecino de la capital cuya historia venimos escribiendo, y su titular era San Raymundo de Peñafort: gastó sumas muy considerables en la fábrica suntuosa de la Iglesia y Casa que sirvió de Colegio de estudios con muchísima utilidad del pueblo y lugares comarcanos, concurriendo a sus aulas un crecido número de discípulos, y de este mismo establecimiento y del Seminario salieron hombres notables hasta tal punto, que además de haber desempeñado altos cargos y dignidades, honraron dentro y fuera de España la ciudad de Teruel y los muchos pueblos de los que hoy constituyen su provincia. ¡Cuanto nos alegraríamos que esta saliese de su marcada apatía en la instrucción y se colocara a la altura de las capitales de España!
Ocupan el mismo lugar, en donde la abandonó la vez primera, al pie de la ciudadela morisca de Benamejí. Fuera de sí por su equivocación, maltrata á la desventurada, y se propone abandonarla de nuevo. Dorotea se lamenta y procura mover su compasión; pero el inexorable libertino toma una resolución aún más horrible, y llama á los moros para venderles la mísera seducida.
Había en la Ciudadela, en uno de los lienzos de la muralla, un rellano formado por tierra, al cual parecía tan imposible llegar subiendo como bajando. Sin embargo, Tellagorri dió con la vereda para escalar aquel rincón y, en este sitio recóndito y soleado, puso una verdadera plantación de tabaco, cuyas hojas secas vendía al tabernero Arcale.
El camino que llevaba a la plantación de tabaco del viejo, partía de una heredad de los Ohandos y pasaba por un foso de la Ciudadela. Abriendo una puerta vieja y carcomida que había en este foso, por unos escalones cubiertos de musgo, se llegaba al rincón de Tellagorri.
Juana Cardona, alias Vila, viuda de Jaime Vila, difunto, jornalero de oficio, natural de Ciudadela, en Menorca, vecina de esta Ciudad, de edad de cincuenta y siete años, presa segunda vez por sortilegios graves, hereticales, pacto explícito con el Demonio, con creencia y pertinacia en él y apostasía de la Fe Católica.
En seguida de una batalla sangrienta que le ha abierto la entrada a una ciudad, lo primero que el general ordena es que nadie pueda abastecer de carne el mercado... En Tucumán supo que un vecino, contraviniendo la orden, mataba reses en su casa. El general del ejército de los Andes, el vencedor de la Ciudadela, no creyó deber confiar a nadie la pesquisa de delito tan horrendo.
Palabra del Dia
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