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Actualizado: 12 de junio de 2025


¿Tendremos tangerinas?... Ciruelas de Burdeos. Eso es caro; pero yo lo sacaré barato. Regatearemos, señora; regatearemos. El queso de Italia, la cabeza de jabalí y las salchichas de Bolonia me gustan. Todo eso, traído al por mayor, puede obtenerse... en buenas condiciones. No tomaremos Champagne. Es muy caro. Veremos si hallo una partida..., pues..., en buenas condiciones».

La gloriosa enseña, adornada con recuerdos de 1870, le servía para alcanzar ciruelas todavía verdes. Los que estaban sentados en el suelo aprovechaban este descanso extrayendo sus pies hinchados y sudorosos de las altas botas, que esparcían un vapor insufrible.

Por último después de la procesión el Cabildo eclesiástico obsequiaba á sus convidados con cerezas, brevas, ciruelas y vino blanco; merienda harto frugal y que andando el tiempo en 1530 hízose ya más suculenta pues además de las frutas y vinos hubo ternera, pollos, palominos, perniles de tocino, pasteles, limones para la ternera y azucar á cuyos sabrosos comestibles añadieron el conocido manjar blanco, agraz y vino aloque.

Todo ha tornado a quedar en silencio; el aire es luminoso y ardiente; en el fondo del patio, allá en el huerto, sobre el follaje verde, brillan las manzanas rosadas, las ciruelas de oro, los encendidos albérchigos. La mariposa blanca ha desaparecido. Y suena una campanada larga, y después suena otra campanada breve, y después suena otra campanada larga... Sarrió y Azorín han ido a Villena.

Reposaban los ojos en el espectáculo de las admirables instalaciones de frutas verdes que los vendedores procuraban presentar con una limpieza inglesa. El uno frotaba las ciruelas contra su manga para sacarlas lustre; el otro cepillaba con un cepillito de sombrero el terciopelo rosado de los melocotones.

Así, por ejemplo, en las corrídas de toros celebradas en la plaza de San Francisco el lunes 16 de Septiembre de 1647, gastó el cabildo Catedral 294 reales y medio, siendo algunas de las partidas del tenor siguiente: «De seis arrobas y una cuarta de nieve á 20 reales y 20 maravedises De veinte y dos libras de anís, canelones y ciruelas de Génova 100 maravedís. De tortas y vino, 20

La tal mujer tenía por las mañanas su puesto de frutas en el barrio de la Feria, y para su desgracia el día 6 de Mayo de 1597, sorprendióla el conde vendiendo ciruelas y cerezas á más alto precio que el señalado.

Desde el delicado griñón, que no conoces, hasta la sabrosa pavía; desde la avellana hasta la pera de manteca, y variadas manzanas, ciruelas riquísimas, uvas, membrillos, melocotones, nueces y castañas, todo lo hallarás en sazón. Porque aquí reinan á un mismo tiempo las cuatro estaciones, según que subas ó bajes, ó que camines al Norte ó al Mediodía.

Palabra del Dia

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