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Actualizado: 16 de julio de 2025
D. Luis Antonio Fernández de Córdoba Espínola y de la Cerda, Duque de Medinaceli, de Feria, Segorbe, Cardona, Alcalá y Camiña, Marqués de Priego, del Cogolludo y de Aitona etc. etc., mi señor Cavallero del insigne orden del Toisón de Oro, del Real de sán Genaro y del de Santiago.
Guarde nro. Sor. vra. muy magnífica persona como Sor. deseays, de Mecina á vij de enero 1564. A lo que v. m. mandare. D. Juan de la Cerda. Sobrescrito. Al muy magnífico Sr. el Sr. Doctor Paez, Coronista de su Majestad.
No; sin embargo, hubo un tiempo en que yo se la hubiera disputado a Marner; pero ahora es demasiado tarde. Si la niña se cayera sobre el fuego, vuestra tía es demasiado gruesa para socorrerla; no podría más que quedar sentada y gruñir como una cerda asustada.
Temerosos éstos, ó de que viniesen sobre ellos las armas portuguesas á vengar la muerte de los suyos, ó llevados del interés, se pasaron y vinieron á vivir en el país ya dicho; y aunque pocos entonces, pues apenas pasaban de cuatro mil, ahora están muy numerosos, pues pasan de veinte mil, viviendo sin forma de pueblo, en tropas, y dándose á correr y robar las tierras circunvecinas; y por el deseo de carne humana, de que gustaban mucho, hacían á muchos de ellos cautivos; y cebados por muchos días, como se hace en Europa con los animales de cerda, celebraban banquetes de cruelísima alegría, con lo cual se hicieron formidables á los confinantes; y sólo con la venida de los españoles olvidaron la inhumana costumbre de comer carne humana, pero no la crueldad; de suerte que se dice haber destruído y aniquilado hasta el presente más de ciento y cincuenta mil indios.
El pecador cae en tierra sin sentido, y cuando se recobra de su aturdimiento, no es ya el mismo que antes; arroja lejos de sí caftán y turbante, cúbrese con un saco de cerda, pide á Dios con súplicas de arrepentimiento que le conceda su gracia, y sólo ansía lavar sus pecados.
En breve nuestro paquebote se llenó de lavanderas, fruteras y vendedoras de fruslerías y corotos de toda especie, algunos de los cuales fabricados de paja, cerda ó pita, me parecieron objetos de arte muy curiosos.
Prendieron á D. Berenguel, General de las galeras de Sicilia, con D. Juan de Cardona, su yerno. Estos se perdieron por hacer lo que debían en seguir al General. Prendieron á D. Gastón de la Cerda, hijo del Visorrey de Sicilia, y al Obispo de Mallorca, y D. Fadrique de Cardona, y el Maestre de campo Aldana y otros muchos caballeros y Capitanes. Salvóse Juan Andrea en una fragata.
Preguntóle don Cleofás al Cojuelo qué templo era aquél, y él le respondió que no era templo, aunque tenía tantas cruces de Jerusalén del mismo relieve de mármol, sino las casas de los duques de Alcalá, marqueses de Tarifa , conde de los Molares y adelantados mayores de Andalucía, cuya grandeza ha heredado hoy el gran Duque de Medina Celi, por falta de hijos herederos, que aunque fuera mayor, no le hiciera más: que por Fox y Cerda es lo más que puede ser.
Palabra del Dia
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