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Actualizado: 2 de julio de 2025


El cazador le aguardaba en Cebre, e hicieron la jornada juntos; Primitivo, por más señas, se mostró tan sumiso y respetuoso, que Julián, quien al revés que don Pedro poseía el don de errar en el conocimiento práctico de las gentes, guardando los aciertos para el terreno especulativo y abstracto, fue poco a poco desechando la desconfianza, y persuadiéndose de que ya no tenía el zorro intenciones de morder.

«Podía salir de casa, ya era de noche, noche cerrada, ya habría poca gente por las calles, nadie le reconocería con aquel traje de cazador montañés; podía ir a esperar a don Álvaro a la calleja de Traslacerca, a la esquina por donde decía Petra que le había visto trepar una noche.

Debían ser franceses o de cualquier otro país: él no estaba cierto de quién eran ni le importaba; un matrimonio que iba por el mundo y parecía haber vivido en todas partes. El había tenido mil oficios, a juzgar por sus relatos: minero en Africa, colono en lejanas islas, cazador de caballos con lazo en las soledades de América.

Porque era ésta tan reposada y pacífica, que su sangre y sus músculos padecían. Un día le habló a su esposa de ir de caza, pues era famoso e incansable cazador. Venturita no se opuso, con tal que la llevase consigo. Así se convino. Salieron una mañana en busca de un bando de perdices, de cuya existencia sabía Gonzalo desde el día en que había llegado a Tejada.

La pared del huerto que tenía á su espalda el cazador comenzaba ya á consolidarse: sólo un tramo de dos varas estaba sin revestirse de las verdes ligaduras, y sostenido por un prodigio de equilibrio.

Sólo en aquel momento pude comprender la verdad profunda del poema de Byron; el cazador que detiene a Manfredo cuando tiene ya un pie en el vacío, es el instinto miserable del cuerpo, es la debilidad ingénita de nuestra naturaleza, que nos aferra al lodo de la tierra en el instante en que el alma, bajo una inspección alta y vigorosa, quiere mostrar que en vano pretende una patria celeste...

El famoso cazador de osos se levanta pausadamente y dice con el acento firme y sosegado de los héroes: Vamos a ver qué es eso. Pidió una escopeta arriba, y seguido de lejos por las pálidas doncellas, dio una batida al bosque. Lo único que halló fue un cerdo alemán de la pareja que el conde había traído para encastar.

Fragoso vivía en la margen izquierda del Yabebirí, y había plantado en octubre un mandiocal que no producía aún, y media hectárea de maíz y porotos, totalmente perdida. Esto último, específico para el cazador, tenía para Yaguaí muy poca importancia, trastornándole en cambio la nueva alimentación.

¿Qué? me replicó el cazador. Y ya no pude dudar. Andrés dio algunos pasos hacia donde yo estaba. Le veía apenas aunque sobrepasaba casi con todo su cuerpo la oscura barranca.

Cada reforma que Julián quería plantear, la calificaba de imposible, encogiéndose de hombros; cada superfluidad que intentaba suprimir, la declaraba el cazador indispensable al buen servicio de la casa. Ante el celo de Julián surgían montones de dificultades menudas, impidiéndole realizar ninguna modificación útil. Y lo más alarmante era observar la encubierta, pero real omnipotencia de Primitivo.

Palabra del Dia

godella

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