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Actualizado: 27 de julio de 2025
Hubo música y asistió un innumerable concurso, siendo de notar que esta funcion no se celebraba como ahora, sino que los toros eran alanceados por los monteros ámanera de una monteria ó caza.
No se veía un hocico de conejo entre los serpoles del vivar. Percibíase solamente un estremecimiento misterioso, como si cada hoja, cada brizna de hierba protegiese una vida amenazada. ¡Esa caza de monte tiene tantos escondrijos! Las gazaperas, la montanera, las fajinas, las malezas y además los hoyitos de bosque que durante tanto tiempo conservan el agua llovediza.
Con el asenso de Híala comenzaron entrambas a procurar dar caza a la mariposa; pero el insecto, burlando las trazas de sus lindas perseguidoras, las fué llevando hacia los bosques inmediatos, ya parándose en un pimpollo o en una rama, ya alzando el vuelo con presteza y maravilloso instinto.
No sabes lo que es ir de caza en este país. A ver si me veo precisado a traerte en brazos como a Ventura. No tengas cuidado; soy más fuerte de lo que parezco. Al fin la joven, trató de marcharse. Gonzalo le preguntó con timidez: ¿No me lees hoy un poco? Cecilia no había pensado en otra cosa desde hacía rato.
Cada cual refería sus proezas en la caza, y después que el vino circuló en abundancia, no hubo medio de entenderse. ¡Qué discursos, Dios mío! ¡Cuánta ignorancia! ¡cuánta fatuidad! Menos mal, cuando estos nobles señores no son más que tontos o fatuos; pero muchos de ellos se distinguían por su grosería y malos modales.
Ya no fue un reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendió al través de todas las capillas. En la última de la izquierda, donde está la pila bautismal, olfateó al fin la pieza.
Hoy han salido mis hijos para Italia, donde fijarán su residencia. ¡Ay! ¡cuán sola he quedado en este retiro de Saint-Point! No puedo adivinar cuánto tiempo durará esta situación. Ya estamos en la ciudad; no pudiendo dedicarse a la caza, mi marido no está bien en el campo.
Cierto mercader de pieles se presenta en una aldehuela del Pirineo con un buen acopio de ellas, adquirido en Argel: por esto, y por llevar los fardos y las maletas determinadas iniciales, y por algo que él dice sobre el clima africano y las cacerías en aquellas selvas, tómanle los sencillos aldeanos, que eran muy aficionados a la caza, por un famoso matador de leones.
La madre y la esposa se miraron con terror consultándose recíprocamente en silencio sobre la gravedad de aquellos síntomas... Es mucho Madrid este. Sale de caza un cristiano por esas calles, noche tras noche. ¿En dónde estará la res? Tira por aquí, tira por allá, y nada. La res no cae.
Saludónos a su manera, y tras él entró un mulato, zurdo y bizco, un sombrero con más falda que un monte y más copa que un nogal, la espada con más gavilanes que la caza del rey, un coleto de ante. Traía la cara de punto, porque a puros chirlos la tenía toda hilvanada. Entró y sentóse, saludando a los de casa.
Palabra del Dia
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