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Actualizado: 12 de octubre de 2025
Saltemos, pues, y volvamos á la Junta directiva. Yo aspiro á la perfecta conciliación de nuestra sociedad elegante y de nuestra literatura castiza. Conviene para ello que sea elegante el teatro cuando represente elegancias, y que no se extralimite, ni propagando doctrinas antisociales, ni con sátiras personales y rudas, ni con demasiadas verduras y escabrosidades.
Fundábase principalmente esta sospecha en el estilo de la obra, que se asemeja mucho al del último poeta; pero nos vemos precisados á variar de opinión, porque un estudio más detenido de las obras de Rojas nos ha enseñado que hay muchas suyas, como, por ejemplo, Lo que son mujeres, Don Diego de noche, etc., que carecen del culteranismo que se encuentra en otras, y cuya dicción es natural y castiza.
D. Alfonso Danvila, joven tan inteligente como laborioso, que apenas cuenta aún veinticinco años, y que ya nos ha dado en su Don Cristóbal de Maura un extenso trabajo histórico de muy erudita y diligente investigación y de sana crítica, se ha hecho cargo sin duda de lo que acabamos de afirmar sobre nuestra indeleble fisonomía castiza, aun en la clase más extranjerizada, y ha compuesto y publicado la novela titulada Lully Arjona, la cual es, en mi sentir, muy española, aunque nos pinta y describe la vida, usos, costumbres, amoríos y demás pasiones de la clase susodicha.
La verdad es que Pereda, ni entonces ni ahora, hizo otra cosa que seguir los impulsos de su peculiarísima complexión literaria, ni se mostró jamás ansioso de teorías y novedades, ni reconoció nunca otros maestros que la hermosa naturaleza que tenía enfrente y el estudio de nuestros clásicos, de quienes heredó, sin afectación de arcaísmo, el buen sabor de su prosa, tan castiza y tan serrana.
Felipe II se revistió de un falso españolismo para continuar la política germánica de su padre. Esta máscara nos causó gran daño, pues aún quedan hoy muchos que la admiran como la más castiza representación del españolismo. Hay para volverse loco ante las absurdas conjeturas y las faltas de verdad que inspiran aquella época.
Pero, sin duda, quien la maneja con más castiza abundancia de vocablos, frases y giros, y quien la escribe con más primor y limpieza, como quien borda rico dechado, es, á mi ver, este para nosotros extranjero y acaso semi-indio.
Los términos franceses que matizaban este coloquio se despegaban del tejido de nuestra lengua; pero aunque sea clavándolos con alfileres, los he de sujetar para que el exótico idioma de los trapos no pierda su genialidad castiza. No sé cómo se han de unir atrás los faldones de la casaca de guardia francesa. Seguirlos servilmente lleva a lo afectado y estrepitoso.
Suárez me miró con sorpresa y respondió con acento mitad afectuoso, mitad despreciativo: ¡No se apure usted, buen hombre! Déjelo usted correr, que ya parará. Me han dicho por ahí que le gusta a usted esa morena. ¿No le gusta a usted? Pues corriente. A mí sí; porque es una mujer castiza, ¿sabe usted? de esas que al llamarlas dicen con la mano ¡vuelvo!
Siempre condeno yo o deploro este remedo, esta carencia o escasez de originalidad castiza; pero me parece difícil o imposible de evitar que así sea, y absuelvo al escritor o al pensador en quien noto esta falta. ¿Cómo no cometerla aceptando el concepto que de la filosofía generalmente se forma hoy? ¿Y por qué digo se forma hoy, cuando debiera decir que se ha formado siempre?
Bebe esa copa á la salud de tu niña. Velázquez tomó la copa y dijo gravemente: Y á la de la tuya, máscara. ¡Oh! La mía no vale un comino al lado de Soledad ¡Vaya una mujer castiza!... En tu caso no envidiaría ni al arcángel San Rafael. ¿Por qué les daba á todos ahora por elogiar á Soledad? Si era hermosa, otras había como ella: no era para tanto.
Palabra del Dia
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