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Actualizado: 24 de junio de 2025


Aparisi, propietario y concejal de oficio, era un hombre que se preciaba de poner los puntos sobre las íes; pero con el marqués de Casa-Muñoz no le valía su suficiencia, porque este no toleraba imposiciones y era capaz de poner puntos sobre las haches. Había entre los dos una rivalidad tácita, que se manifestaba en la emulación para lanzar observaciones sintéticas sobre todas las cosas.

Villalonga estaba ya viendo a D. Carlos entrar en Madrid, y el marqués de Casa-Muñoz hablaba de

A Jacinta y a Juan no les había hablado nunca; pero a D. Baldomero y algo a Barbarita. Trataba al gordo Arnaiz, y a otros muy allegados a la familia, como el marqués de Casa-Muñoz y Villalonga; y el mismo Plácido Estupiñá no era un desconocido para él.

Volvió mejor de lo que fue. Tanto hablar de París, y cuando Barbarita creía ver entrar a su hijo hecho una lástima, todo rechupado y anémico, se le ve más gordo y lucio que antes, con mejor color y los ojos más vivos, muchísimo más alegre, más hombre en fin, y con una amplitud de ideas y una puntería de juicio que a todos dejaba pasmados. ¡Vaya con París!... El marqués de Casa-Muñoz se lo decía a Barbarita: «No hay que involucrar, París es muy malo; pero también es muy bueno».

«Un edificio ad hoc» dijo con incredulidad el marqués de Casa-Muñoz, que era uno de los presentes. Ad... hoc, señor replicó Guillermina, acentuando las dos palabras latinas . Pues está usted adelantado de noticias. ¿No sabe que tengo el terreno y los planos, y que ya me están haciendo el vaciado? ¿Sabe usted el sitio?

La enredadera de que antes hablé había llevado allí sus vástagos más diversos. Estaba el marqués de Casa-Muñoz, de la aristocracia monetaria, y un Álvarez de Toledo, hermano del duque de Gravelinas, de la aristocracia antigua, casado con un Trujillo.

Su hijo, que después fue marqués de Casa-Muñoz, casó con la hija de Albert, el que daba la cara en las contratas de paños y lienzos con el Gobierno. Eulalia Moreno, hija también del D. Pascual y hermana del actual marqués, se unió a D. Cayetano Villuendas, rico propietario de casas, progresista rancio. Dejamos sueltos estos cabos para tomarlos más adelante.

En el salón vio a varias personas, Casa-Muñoz, Ramón Villuendas, D. Valeriano Ruiz-Ochoa y alguien más, hablando de política con tal expresión de terror, que más bien parecían conspiradores. En el gabinete de Barbarita y en el rincón de costumbre halló a Guillermina haciendo obra de media con hilo crudo. En el ratito que estuvo sola con ella, la enteró del plan que tenía para la mañana siguiente.

No involucremos las cuestiones, señores dijo Casa-Muñoz poniendo una cara muy parlamentaria . Y si he de hablar ingenuamente, diré a ustedes que a no me asusta la República, lo que me asusta es el republicanismo. Miró a todos para ver qué tal había caído esta frase. No podía dudarse de que el murmullo aquel con que fue acogida era laudatorio.

«Oye le dijo en secreto Guillermina, deteniéndola, y ambas se miraban con picardía; con veinte duros que le sonsaques hay bastante». iii «En Bolsa no se supo nada. Yo lo supe en el Bolsín a las diez dijo Villalonga . Fui al Casino a llevar la noticia. Cuando volví al Bolsín, se estaba haciendo el consolidado a 20. Lo hemos de ver a 10, señores dijo el marqués de Casa-Muñoz en tono de Hamlet.

Palabra del Dia

rigoleto

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