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Actualizado: 7 de julio de 2025


Los enemigos mas formidables del principio católico y de cuanto él habia creado no eran, no, Lutero y Calvino; estaban en el corazon de la misma Iglesia romana, eran los cardenales eruditos y sensuales, los filósofos epicúreos platónicos, los jurisconsultos regalistas, los poetas licenciosos que á su sombra florecian.

El bendito señor se pirraba por aquel cuadrúpedo. Todas las noches, antes de irse a la cama, iba a ver si estaba cerrada la cuadra, si tenía lleno el pesebre, y jamás abandonaba la mesa sin hacer preparar en su presencia un gran ponche de vino a la francesa, con mucho azúcar y aromas, que él mismo llevaba a su mula, a despecho de las observaciones de los cardenales... Es necesario decir también que la bestia valía la pena.

Una mañana va a invitar a López a la correría: «No, compañero le contesta éste ; si de hecho es usted muy bárbaroRosas, en efecto, los castigaba todos los días, los dejaba llenos de cardenales y contusiones.

El alto y enjuto anciano me miró con sus ojos pardos y movió la cabeza. Burton Blair sabía demasiado contestó evasivamente. Según parece, después que yo me retiré llegó a ocupar el puesto de primer piloto, y Poldo, el hombre que había tenido en sus manos, para conseguir buenos rescates, a duques, cardenales y otros grandes hombres, trabajó a sus órdenes pacientemente.

Pero Sannini era uno de los cardenales más altamente colocados en Roma exclamé. A la muerte de Pío IX se creyó que sería nombrado su sucesor en el Pontificado. Es cierto observó el anciano, que parecía muy versado en toda la historia moderna de San Pedro, en Roma.

Semejante posición no era en aquella época humillante, porque españoles nobles y principales no se desdeñaban de servir á Papas y Cardenales, arrastrados por el deseo de ver el mundo, por la protección que en ellos encontraban, y por la perspectiva de obtener pingües beneficios, que los reconciliaban con su estado.

Tantas cosas hizo, que a la postre el bueno del Papa, que se sentía envejecer, le confió el cuidado de vigilar la cuadra y llevar a la mula su ponche de vino a la francesa; lo cual movía ya a risa a los cardenales. Tampoco era esto cosa de risa para la mula.

Aunque nacida en Bruselas, por las venas de la Camargo corría sangre española, y la pequeñez de sus manos, la finura de sus torsos y la brevedad de sus pies, decían claramente la distinción de su raza, familia noble que había dado á la Iglesia arzobispos y cardenales.

Para todos es una mosquita muerta... pero en casa, yo te aseguro, hija, que está demasiado viva y que pica mejor que un alacrán... Mira añadió remangándose los brazos, nadie creerá que él es quien me ha hecho estos cardenales... Pero ¿te pega? exclamó Paca con asombro. Á lo señorito, ¿sabes?

Correrla en compañía de un par de náuticos, era provocar á todo bicho viviente, hundir á cales cuanto sombrero alto se viese sobre cabeza de aldeano, llegar á regiones inexploradas, tocar todo lo prohibido, buscar por entradas difíciles salidas imposibles, volver, en fin, á casa desgarrados y sucios, muertos de fatiga, cubiertos de cardenales y sangrando por las narices.

Palabra del Dia

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