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Actualizado: 5 de mayo de 2025


1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda; y confían en caballos; y en carros ponen su esperanza, porque son muchos; y en caballeros, porque son valientes; y no miraron al Santo de Israel, ni buscaron al SE

Abrevaron rápidamente los caballos, terminó su faena el conductor y, despidiéndome de Partenia, ocupé mi sitio en la diligencia. Quedé en seguida profundamente dormido para soñar que visitaba a Partenia e Ingomar, y que era agasajado con pastel a discreción, hasta que a la mañana siguiente me desperté en Sacramento.

Luego en los toros, en las carreras de caballos, ostentaba un lujo escandaloso que llamaba fuertemente la atención pública. Algunas amigas bien intencionadas, que nunca faltan, compadeciéndola muchísimo enteraban a D.ª Carmen de las cuantiosas sumas que aquella mujer costaba al duque, de todas sus extravagancias y caprichos.

Pero Lorquin había hablado con sobrada ligereza; después de recorrer doscientos o trescientos pasos por el valle, los cosacos se apretujaron como una bandada de estorninos, describiendo un círculo, y con la lanza en ristre y la cara casi entre las orejas de sus caballos se lanzaron a todo correr contra los guerrilleros, gritando con voz ronca: «¡Hurra, hurraFue un momento terrible.

Los caballos de los enemigos que salieron á esto, serían hasta 100; los demás venían con otros 4 ó 5.000 turcos que venían atrás caminando con la artillería.

Tiene usted mucha razón, dijo miss Harvey. En América desenganchan los caballos de Sarah Bernardt para tirar de su coche... La conversación fué interrumpida por la entrada de los fumadores, que venían conducidos por el dueño de la casa. En la entrada del salón apareció un personaje que llevaba debajo del brazo unos cuadernos de música.

Débese tambien considerar que los nuevos colonos podrian proveerse de ganado, como vacas, caballos, &a.

Pareció frívola la escusa, porque los otros habian andado mas largos caminos en caballos asimismo cansados; ni parecia que se debia contemporizar con los animales, estando en peligro la tierra. Y por tanto no se admitió la escusa, y se les avisò que si tardaban, custodiasen ellos sus casas, y mirasen á lo porvenir.

La afición de la gente a los caballos parecía haberles expulsado de esta industria, que era la suya en todo el mundo, obligándoles a buscar la vida en los cortijos. Las mujeres valían más que los hombres: secas, negras, angulosas, con unos pantalones varoniles bajo las faldas, doblábanse el día entero para escardar el trigo o arrancar las semillas.

En la calle tranquila, de casas señoriales con panzudas rejas y grandes miradores, donde vivía doña Sol, encontraron a otros garrochistas que esperaban ante la puerta, inmóviles sobre sus caballos y apoyados en las lanzas. Eran señoritos, parientes o amigos de la dama, que saludaron al torero con amable llaneza, satisfechos de que fuese de la partida.

Palabra del Dia

bagani

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