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Actualizado: 5 de junio de 2025
En el llano, sus riberas, consolidadas por las raíces de grandes árboles, resisten también durante mucho tiempo á la acción de la corriente, y en muchos puntos el cauce del arroyo no ofrece más que ligeras sinuosidades en un gran trecho: asiéndose fuertemente de una rama é inclinándose por encima de las aguas, se ve á lo lejos la perspectiva de ramas y troncos reflejados sobre el movible cristal, rayado por la luz de trecho en trecho.
Es probable que este barranco, formado por la depresión en un suelo poroso, esté sobre el cauce subterráneo de un arroyo permanente; este barranco sólo se ve bañado por la corriente de agua después de chubascos tempestuosos ó de grandes lluvias. Como todos los pequeños valles laterales, el barranco es tributario del cauce central, pero tributario intermitente.
Sin embargo, desapareciendo de su cauce el agua corriente y dividida en pequeñas arterias sin nombre, no cesa un instante de trabajar.
Sería, pues, fácil remontar el barranco en su largo curso sin tener necesidad de servirse de las manos para salvar los accidentados obstáculos de su cauce, pero quien ama la naturaleza y la quiere gozar de cerca, abandona el pequeño sendero y se lanza con entusiasmo por el estrecho espacio abierto entre sus bordes. Desde los primeros pasos se halla como separado del mundo.
Más abajo todavía, sus saltos producen el ruido del trueno, y hasta en los parajes de su curso donde el cauce es casi horizontal, el arroyo muge y produce sordos murmullos al rozar en las orillas y arrastrarse sobre el fondo sinuoso.
Si ese cordon de montañas francesas cerraba graciosamente el horizonte del lado occidental, el cauce del Rin, cuyo panorama abarcábamos perfectamente con la vista, á causa de la elevacion de la línea del ferrocarril, nos presentaba un vasto paisaje lleno de melancolía y vaguedad en sus accidentes y contornos.
En más ó menos tiempo, la superficie sucia del lago reemplaza á la verdura de los prados, hasta que al fin, la capa líquida penetra en el suelo y se cambia en vapor, ó bien, después de la crecida, vuelve al cauce del arroyo. Durante la inundación, el pequeño arroyo, olvidando sus pacíficas costumbres, se convierte en destructor de cuanto encuentra á su paso.
No se le ve el cauce; pero te le va señalando bien esa faja de vapores que se van elevando y deshaciendo con el sol, la abundancia de arbolado y cierto verdor del terreno... Repara con qué gracia está tendida Villavieja en el suyo. Ella es fea como un demonio, mirada calle a calle y casa por casa; pero vista en conjunto, hasta su color de hollín le hace gracia.
El valle del Loira, como he dicho, es una de las mas hermosas comarcas de Francia, aunque desgraciadamente ha sufrido grandes catástrofes por las terribles inundaciones de este rio, cuyas aguas desbordan muy fácilmente á causa de la poca profundidad del cauce y la completa nivelacion natural de las llanuras.
El Guadalquivir, de una anchura media de 130 metros entre Sevilla y las cercanías de San-Lúcar, tiene en lo general poco fondo; el cauce, variable á causa de las fuertes aluviones de arena arcillosa, impone á la navegacion muchas dificultades en algunos meses del año, y en todo él se requieren algunas precauciones y una forma especial de las embarcaciones que evite las varadas.
Palabra del Dia
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