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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Si el submarino pasaba ante él, lo atacaría con la proa; si intentaba perseguirle, podría responderle con el cañón. Su humor aventurero le hizo ansiar uno de estos encuentros. Faltaba en su vida un combate marítimo. Quiso ver cómo se portaban estos hombres silenciosos y modestos que habían hecho la guerra en tierra y contemplado la muerte de cerca. No tardó en realizarse su deseo.
En vano la terrible lanza de Quiroga hace en la retaguardia de los suyos tanto estrago como el cañón y la espada de Ituzaingó hacen al frente. ¡Inútil! En vano remolinean los caballos al frente de las bayonetas y en la boca de los cañones. ¡Inútil!
Eran enseñanzas oídas a graves varones que habían pasado meses enteros tras un ribazo o al abrigo de un tronco, con la culata junto a la mejilla y el ojo en el extremo del cañón, desde la puesta del sol hasta la aurora, aguardando a un antiguo amigo. No; al Capellanet no le gustaba esta puerta con su escalera al aire libre.
Diríanse campeones Que esperan la pelea Que anuncie con estruendo Las lenguas del clarin: La inercia los consume Mas si el cañon humea Con varonil corage Buscan glorioso fin. Tal vez unas carreras Esperan á porfia Para cubrir de palmas Al potro mas veloz... Mas no, todos desean Robustecer el alma, Por eso ¡El Pato! El Pato! Repiten á una voz.
Y no volvió el testarudo veterano. Las redes le dieron para casa y pan, y el canon de su lancha para compaño.
Pos ¿quién te le dió, cuando debieron haberte leído la sentencia de muerte? Un cabo de cañón y un terrestre de mucha soflama que mandaban allí. ¿Y el señor comendante y los oficiales? Harto tuvieron que hacer con tomar puerto en la cámara, después de tumbar á media docena de prenunciaos. Pero, retiña, ¿cómo no te ahorcaron al saltar á tierra?
Bastole una mirada para hacerse cargo de la situación, y arrojándose del caballo, se dirigió al cañón más próximo, que se hallaba cargado; cogió las palancas de ajuste para cambiar la dirección, apuntó al pie de las escalas y, aplicando una mecha encendida que encontró por allí, hizo fuego.
Llevando, pues, por canon y norma de mi conducta los eternos principios del derecho y no las máximas prácticas de los políticos al uso, que no son sino reglas para explotar en su provecho las miserias de la corrupción humana y alcanzar el poder, objeto de sus afanes, me presento ante vosotros solicitando vuestro libre é inteligente sufragio para representaros en el Parlamento.
La noche estaba más negra que un barril de chapapote; pero como el tiempo era bueno, no nos importaba navegar a obscuras. Casi toda la tripulación dormía: me acuerdo que estaba yo en el castillo de proa hablando con mi primo Pepe Débora, que me contaba las perradas de su suegra, y desde allí vi las luces del San Hermenegildo, que navegaba a estribor como a tiro de cañón.
No lo sé; pero, sí, soldado en su corte moral, en sus propósitos, en sus ambiciones, en el ideal de su vida, trazada de antemano como la trayectoria de una bala de cañón. ¿Qué tenía que hacer semejante hombre en el Perú, después de la victoria?
Palabra del Dia
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