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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Quedóse éste pensativo, atusándose el bigote: la responsabilidad era muy grande, y érale forzoso además detenerse en su propia casa para recoger el regalo que había de llevar á Gilito en cambio de su diente. Á esto respondió el rey Buby que él se tendría por muy honrado con descansar un momento en casa tan respetable.

Ratón Pérez presentó el rey Buby á su familia como un touriste extranjero que visitaba la corte, y las ratonas le acogieron con esa elegante aisance de las damas acostumbradas á mucho trato.

La Reina le respondió: Porque Dios es padre de ellos, lo mismo que lo es tuyo. Entonces replicó Buby aun más pensativo seremos hermanos... , hijo mío; son tus hermanos.

Pero el rey Buby era animoso y valiente, y empeñóse en arrostrar el peligro cara á cara. Quiso, sin embargo, confesarse antes, porque faena hecha no ocupa lugar, y después de todo, lo mismo puede escaparse el alma por la herida de una lanza, que por la mella de un diente.

Mas esta Señora, que como mujer lista no fiaba de aduladores y era muy prudente y amiga de la tradición, resolvió que el rey Buby escribiese á Ratón Pérez una atenta carta, y pusiese aquella misma noche el diente debajo de su almohada, como ha sido y es uso común y constante de todos los niños, desde que el mundo es mundo, sin que haya memoria de que nunca dejase Ratón Pérez de venir á recoger el diente y á dejar en cambio un espléndido regalo.

Consta también que el rey Buby comenzó á reinar á los seis años bajo la tutela de su madre, señora muy prudente y cristiana, que guiaba sus pasos y velaba á su lado, como hace con todos los niños buenos el ángel de su guarda.

El rey Buby y Ratón Pérez se pusieron de rodillas con el mayor respeto, y hasta los cazadores ligeros se arrodillaron también, dentro del canasto vacío en que merodeaban silenciosos. El niño comenzó á rezar: ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!... Hizo el rey Buby un gesto de inmensa sorpresa al oirle, y se quedó mirando á Ratón Pérez con la boca abierta.

Confesó entonces Ratón Pérez que no se había determinado á emprender aquella expedición, sin garantir suficientemente con aquella aguerrida escolta de Cazadores ligeros la persona del joven monarca que con tanta nobleza se le confiaba. De repente vió el rey Buby que desaparecía la vanguardia entera por un estrecho agujero, que dejaba escapar reflejos de tenue luz.

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