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Actualizado: 11 de junio de 2025
La misma fiesta que á S. Francisco de Borja se hizo este año á S. Pedro Pascual, cuya imágen llevó á la catedral el convento de la Merced. El cardenal Aragon, arzobispo de Toledo, regaló á la catedral de Córdoba en el mes de octubre dos blandones de plata y un cáliz, con su patena, vinageras y salvilla para el culto divino en los dias clásicos.
Con un celo digno de toda alabanza prosiguieron los Jesuitas en su conquista espiritual, y fundaron en 1693, bajo el nombre de San-Francisco de Borja, la sesta mision, compuesta de mas de tres mil indios de la nacion churimana y de los Moporoaboconos que hablaban un dialecto distinto del moxo.
Mientras el Zapata andaba por la muralla, se juntaron en la tienda de Juan Osorio de Ulloa, que estaba en la cama malato, cuatro Capitanes: Joan de Funes, Joan del Aguila, Zayas y Borja. Estos trataron que se rindiese el fuerte y enviaron al Zayas á hablar á Zapata de parte de todos para que hiciese alzar bandera.
No podíamos, pues, equivocarnos respecto de cuál sería el sitio que ocuparía el Emperador en aquella sala, durante la estación del invierno, cuando iban á visitarlo San Francisco de Borja, el Conde de Oropesa, el Arzobispo de Toledo y otros antiguos amigos suyos. Pero no seguiré adelante sin hacer una advertencia de gran importancia..... Desconfiad, sobre todo, de las noticias de Fr.
Tampoco se conservan los que hizo del Cardenal Don Gaspar de Borja, de los maestros de la Cámara del Rey, Pereira y Cardona, de Don Fernando de Fonseca, pariente sin duda de su protector, ni el de Fray Simón de Rojas en su lecho de muerte.
17. Por este tiempo el cura de San Borja, habiendo sido llamado poco há por los superiores, y habiendo sido enviado al de la Trinidad, se decia que tambien habia bajado por el Paran
Don Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache y conde de Mayalde, natural de Madrid y caballero de las Ordenes de Santiago y Montesa, contaba treinta y dos años cuando Felipe III, que lo estimaba, en mucho, le nombró virrey del Perú. Los cortesanos criticaron el nombramiento, porque don Francisco sólo se había ocupado hasta entonces en escribir versos, galanteos y desafíos.
El P. Roa y otros escritores han publicado los versos que á los mártires de Córdoba consagró en él el famoso cronista de Felipe II, y recientemente ha publicado un periódico de Madrid la version que de los mismos ha hecho en elegantes endecasílabos castellanos nuestro buen amigo el Sr. D. Francisco de Borja Pavon, natural y vecino de aquella ciudad, anticuario tan erudito cuanto modesto.
No voy a hablar de ella impulsado por la fe poderosa que alentaba a San Pedro Alcántara, a San Francisco de Borja, a San Juan de la Cruz, al venerable Juan de Avila, a Bañes, a Fray Luis de Leon, al Padre Gracian, y a tantas otras lumbreras de la Iglesia y de la sociedad española, en la edad de oro de nuestra monarquía; ni con el candor con que la amaban y veneraban todos aquellos sencillos corazones que ella robó con su palabra y con su trato para dárselos a su Esposo Cristo; sino desde el punto de vista de un hombre de nuestro tiempo; incrédulo tal vez; con otros pensamientos, con otras aspiraciones, y, como ahora se dice, con otros ideales.
Muy bien, señor. El conde besó á su hija en la frente, la levantó y la sentó junto á sí. Doña Juana permaneció con los ojos bajos. Este caballero es mi antiguo amigo, mi hermano de armas don Francisco de Borja, duque de Gandía, de quien me has oído hablar tantas veces con nuestra parienta la abadesa de las Descalzas.
Palabra del Dia
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