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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Ahora podemos seguir naturalmente el curso de los sucesos de esta puntual historia. Dejaremos á Lázaro preparándose á partir. Su madre y su abuelo le despiden llorando, el alcalde le abraza diciendo que ya ve en él nada menos que un secretario del Despacho; el cura le da dos bollos maimones para el camino y le echa un sermón fastidioso.

Bueno estaba para bollos el horno del señor gobernador a las dos de la tarde de aquel mismo día 26 de junio.

Yo se lo besé, se lo mordí tan sin pensarlo, que ella no pudo contener un ligero grito, a punto que la Madre Transverberación regresaba con el chocolate y los bollos. ¿Qué es eso, niña? preguntó la vieja, asombrada de oírla chillar. Nada, Madre Transverberación.

Madre Transverberación dijo Inés con voz más entera , el chocolate y los bollos que han hecho sus mercedes ayer para la señora Condesa, ¿dónde están? ¿Los ha traído su merced? No por cierto. ¡Si tuviera su merced la bondad de ir a buscarlos para que los lleve este mozo...! Bien pudo usted haberlos traído replicó gruñendo la vieja. Si la Sra.

Cesó este al fin, convirtiéndose en vivas y aclamaciones, merced a la simpatía que inspiraban los novios y a una arroba de vino generoso y a bastantes hornazos y bollos que el alguacil y su mujer repartieron entre los tocadores de los cencerros.

Comparolo a grandes grupos de bollos, pegados unos a otros por el azúcar; después de mirarlo mucho por segunda vez, comparolo a una gran escultura de perros y gatos que se habían quedado convertidos en piedra en el momento más crítico de una encarnizada reyerta. Sentémonos en esta ladera dijo y veremos pasar los trenes con mineral, y además veremos esto que es muy curioso.

Es el caso que no se consiente que entre nadie. No está el horno para bollos. Yo entro porque tengo títulos para entrar. No hay quien tenga más derecho que yo. Enséñeme el camino. O no me lo enseñe. No necesito guía. Iré derecha a su lado. Aguarde, señora. Voy con usté, para avisar y anunciarla. ¿Quién digo que es usté? Felicita, nada más que Felicita. Novillo se hallaba en las últimas.

Las vendedoras de buñuelos y de bollos con miel y castañas confitadas, atraían a los compradores con sus gritos frecuentes, mientras que los muchachos de la escuela formaban grandes corros para cantar villancicos, acompañándose de panderetas y pitos, delante de los pastores de las cercanías y demás montañeses que habían acudido al pueblo para pasar la fiesta.

BOLLOS DE LECHE. Con medio cuartillo de leche cocida se pone un poco de sal, ciento cincuenta gramos de azúcar y un poco de mantequilla; se trabaja bien, se pone un bolito de levadura, cuatro yemas de huevo y la harina necesaria, cuidando que la masa quede un poquito blanda; en sitio templado se deja en reposo unas diez o doce horas.

El virrey los recibía con exquisita urbanidad; y los bollos, bizcochos de garapiña chocolate y sorbetes distraían las conferencias literarias de sus convidados. Lástima que no se hubieran extendido actas de aquellas sesiones, que seguramente serían preferibles a las de nuestros Congresos».

Palabra del Dia

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