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Despues de haber llegado al puerto de San José al principio de la expedicion, y despues de haberse abandonado la entrada de este por el capitan graduado D. Pedro Garcia, y el primer piloto de la real armada D. Manuel Bruñel, se me mandó á á dicha comision con el bergantin que shoy tengo á mi cargo.

Hasta el dia 11 Marzo continuaron las visitas de los indios: se ofreció un indio á pasar en el bergantin, que no se admitió sin beneplacito de su cacique por no digustarlos, y conseguido, lo embarcaron, y él muy contento queria arrojar al agua el pellejo con que se cubria.

Veíamos la entrada de alguna fragata o de algún bergantín que venía con el atoaje. Luego, al avanzar la tarde, nos dirigíamos a casa por la muralla dando la vuelta a una punta que, si no recuerdo mal, se llama de San Felipe. Veíamos las baterías con sus cañones, avanzábamos por el adarve a mirar por los huecos de las almenas. Tardábamos todo lo más posible en entrar en casa.

Saliò de la Asumpcion la caravela Con otro bergantin acompañada, Izan antenas, dan al viento vela, La nave por el sur es gobernada. Con el viento y corriente tanto vuela Que en breve

El bergantin nombrado San Martin, (alias la tartana San Antonio), volvió de segundo viage al puerto de San Julian, al descubrimiento de aquella costa, y conducir sal para el abasto de esta ciudad de Buenos Aires, de cuenta de su armador D. Domingo de Basabilbaso, vecino de ella. Saliendo de este puerto el dia 7 de Octubre de 1753, llegó

Sin embargo, aquel largo, vueludo gabán, que el gran antropólogo gastaba desde su memorable conversión a las ciencias positivas, llamaba la atención de los transeúntes. La llamaba especialmente cuando el viento, introduciéndose entre sus pliegues, lo agitaba. Entonces el insigne fisiólogo tomaba la apariencia de un negro bergantín desplegando sus velas para alguna lejana región desconocida.

Las que salieron a la mar, a obra de dos millas descubrieron un bajel, que con la vista le marcaron por de hasta catorce o quince bancos, y así era la verdad; el cual bajel, cuando descubrió las galeras, se puso en caza, con intención y esperanza de escaparse por su ligereza; pero avínole mal, porque la galera capitana era de los más ligeros bajeles que en la mar navegaban, y así le fue entrando, que claramente los del bergantín conocieron que no podían escaparse; y así, el arráez quisiera que dejaran los remos y se entregaran, por no irritar a enojo al capitán que nuestras galeras regía.

Este dia estuvo el viento por el N recio, y por ser contrario no pude salir con el bergantin á la barra. Este dia de la misma conformidad estuvo el viento fuerte, y contrario por el ESE, y lloviendo. De la misma suerte ha estado lloviendo, y el viento del primer cuadrante recio. Amaneció nublado y el viento al SSO, cuyo tiempo me hice á la vela.

Yo te pondré en el cuello corales y encajes, y te meteré la cintura en sedas, y te calzaré los pies con chapines, y si ahora pareces un lucero, después parecerás un sol. ¿Es de veras? le pregunté olvidada ya del otro que iba en el bergantín, que había desaparecido por completo en alta mar. Tan de veras, que si estás aquí en este mismo sitio á la noche, vendré por ti. Estaré.

El árbol a que aludo, cuya sola corteza está armada verticalmente, con todas las proporciones que tenia el tronco en su selva del Nuevo Mundo, es el representante de esa fuerza exuberante, salvaje y asombrosa que distingue á la naturaleza americana. El tronco tiene todo el aspecto de una torre sin molduras, y es tan enorme que de él solo saldría el casco entero de un bergantin.