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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Baudelaire, el solitario, hizo de su capa torre de marfil que le aislaba del vulgo de malos poetas, de periodistas hueros y vanidosos, de cretinos equilibrados. La capa de Verlaine rodó por las tabernas y por los hospitales, y aquella capa de mendigo es ahora venerada como la bandera de la Francia espiritual. ¡Capa de la bohemia!
Baudelaire escribió: «Cuidad de estar siempre ebrio de amor, de virtud o de vino». El reloj del poeta marcaba siempre la hora de la embriaguez. Sin embargo, Baudelaire no fué un beodo cotidiano a la manera de Verlaine.
No llega usted á este punto del satanismo, y más vale así. Se queda usted en menos de la mitad del camino, y por usted lo celebro. En cuanto á los catorce sonetos, serían estéticamente mejores si fuesen satánicos. Yo comprendo á Baudelaire, y en cierto modo le admiro, aunque me disgusta.
En París conoció á Teodoro de Banville, su maestro predilecto; á Baudelaire, Leconte de Lisle, Cátulo Mendés, Bataille, Monselet y demás contertulios del cafetín de «Los Mártires», y figuró entre los fundadores del grupo El Parnaso Contemporáneo, que tantos nombres había de legar á la posteridad.
Los poetas crapulosos, como Baudelaire y Rollinat, se hartan y se hastían de sus goces; sienten aspiraciones infinitas, hundidos ya en el fango, y después de haber renegado de Dios; y aquí te quiero escopeta. Cada uno de ellos parece un energúmeno. Sus versos son pesadillas de un ascetismo bastardo y sin esperanza.
Perteneció a la generación literaria de Gautier, de Balzac, de Baudelaire, de Murger y de Houssaye; época de la bohemia dorada, pintoresca y espiritual. Los amplios bolsillos de su levita negra eran una amplia biblioteca ambulante. Libros de versos, de filosofía, de estética, e innúmeros cuadernos de apuntes.
Baudelaire es el autontimoroúmenos por excelencia, el rigor de las desdichas, el que se castiga y atormenta a sí propio como el más cruel de los fakires de la India.
En mi sentir, tan perverso y tan insufrible es Baudelaire componiendo su letanía diabólica y otras lindezas de las Flores del Mal, como no pocos poetas, que andan por ahí presumiendo de religiosos y de moralistas, y que escriben, sin pizca de verdadero sentimiento, odas á Dios, á la virtud y á la vida monástica, ó narraciones y dramas de severa moralidad aparente, cuyos personajes no pueden menos de ser contrahechos, monstruosos, cursis, y como en la vida real no se estilan ni se estilaron nunca.
Su alma escogida representa una partícula inasimilable del alma nacional, que no en vano se agitó entre las otras con la sensación de una soledad infinita. Y, sin embargo, la nota fundamental que Baudelaire ha señalado profundamente en el carácter de los héroes de Poe, es todavía el temple sobrehumano, la indómita resistencia de la voluntad.
La situación es tremenda, y empezando por versos de amor materialista puro, como los catorce sonetos, se viene á caer en ella, más tarde ó más temprano, á no desviarse pronto del mal camino. Las visiones de Baudelaire y de Rollinat espeluznan y descomponen el estómago; dan horror y asco: es menester ser valientes y robustos para resistirlas sin vomitar ó sin caer desmayado.
Palabra del Dia
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