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Actualizado: 26 de julio de 2025
Junto a la valla que cercaba el perímetro de la estación había una casucha, destinada a cantina, sin el menor deterioro, quizá por ser propiedad de un realista: tenía la puerta cerrada y, sobre ella, se veía este bando allí pegado algún tiempo atrás, manuscrito, con la tinta corrida y el papel humedecido por los aguaceros: DIOS PATRIA REY Comandancia general de Guipúzcoa.
Se mataban durante horas y horas, y al final el bando que se veía sin cartuchos se retiraba, dejando el campo al otro. Todos éramos de caballería, porque hacíamos las marchas á caballo; pero en el momento del combate los jinetes se convertían en infantes. Teníamos artillería.
No era muy numeroso el bando de D. Fadrique, no por falta de simpatías, sino porque él elegía á sus parciales y secuaces haciendo pruebas análogas á las que hizo Gedeón para elegir ó desechar á sus soldados. De esta suerte logró D. Fadrique tener unos cincuenta ó sesenta que le seguían, tan atrevidos y devotos á su persona, que cada uno valía por diez.
La espada del barón, rápida como el rayo, entró oblícuamente por debajo del levantado brazo de su enemigo, y éste cayó pesadamente en tierra, lanzando ahogado grito. Confusa gritería de aplauso y de despecho se dejó oir en uno y otro bando y el barón, saltando sobre su caballo, se lanzó hacia la altura, á la vez que los sitiadores emprendían el ataque de la posición inglesa.
De allí adelante comenzó D. Alvaro á salir y acariciar los soldados, mandando dar dineros á los que hacían algún buen hecho ó buen tiro con el arcabuz, y á los 4 de julio, teniendo determinado salir á los enemigos, como la mañana de Pascua, se dejó porque se fueron aquella noche á dar aviso á los turcos siete ú ocho bellacos, y así se mandó echar bando que cualquiera que matase al que se pasaba á los enemigos, le darían seis escudos.
Condenó a muerte en un bando que hacía cumplir estrictamente, a todo el que volviera la espalda al enemigo durante el combate, a todo el que sin vacilar no se dirigiese al puesto designado por su jefe, aun cuando viese en él una muerte segura, y a todo el que pronunciase voces alarmantes, como que nos cortan, que viene la caballería, etc....
Salió el pregón del bando por la mañana á recorrer la ciudad, figurando en la comitiva un juez especial que había venido para entender en el asunto y, como era de costumbre, los alguaciles y el pregonero.
Lorenzo y Ricardo se aproximaron a Melchor y lo llevaron para la caballeriza, donde se habían refugiado las mujeres, y donde le tuvieron, poco menos que a la fuerza, hasta que, apaciguados los ánimos, volvieron al sitio de las carreras, que se tramitaban en inacabables discusiones, y desde el cual pudieron ver a la distancia, que Lucas Bando se alejaba, solo, llevando de tiro a su «rosillo».
A los 12 del mes mandó echar bando para la partida, mandando, so pena de la vida, que ningún soldado se empachase en tomar prisionero ni ropa mientras se pelease. Toda la gente iba muy alegre y contenta en oir el bando, teniendo por cierto que se pelearía.
Así en las esferas gubernamentales, como en los partidos políticos que ansían el poder, existe una pasión que con frecuencia degenera en odio de uno a otro bando. Efecto del delirio y la fiebre que domina los espíritus, la Francia se encuentra en continua zozobra.
Palabra del Dia
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