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Actualizado: 15 de julio de 2025
Pues el que fuese en demanda del puerto de San Julian desde la isla de los Reyes, se apartará de la tierra, porque es la costa peligrosa, y llena de bajos; y en llegando á los 49 grados, llevará la vista al sobredicho cerro mas alto, y navegará acercándose á la tierra este-oeste con él, y entonces verá la primera ensenada, que tiene á la banda del norte unas barreras blancas; y toda tierra que está á la banda del sur hasta el rio de Santa Cruz, es baja, y tambien parece que hace una barrera blanca, como una muralla.
Un viejo de nuestra banda me decía siempre acerca de esto: No temas, Rojillo me llaman Rojillo a causa de mi pico y de mis patas, del color de la serba, no temas, Rojillo. Yo te protegeré el día de la apertura de la caza, y estoy seguro de que no ha de ocurrirte nada desagradable.
Una cólera homicida se apoderó de él. ¡Ah, no! ¡No seguiría allí! Esto sólo podían resistirlo aquellos muchachos de la banda, a los que indudablemente habría escondido ella otras veces de igual modo. Iba a salir, aunque tuviese que matar al imbécil.
Se acuerda todavía de la broma de la otra noche. ¡Mal corazón!... ¡Como si todos estuviésemos obligados a vivir tristes y vestidos de luto, como él!... ¿Qué hará en este momento la princesa que guarda encerrada en el camarote?... ¡Y no haber descubierto yo todavía este misterio! ¡Qué vergüenza! Cesó de pensar en el hombre negro y su incógnita cautiva al volver a la banda de estribor.
Dábale por esto un interés sobre la cobranza y vivienda gratuita para él, su prolífica mujer y la banda de chiquillos que completaba la familia.
En tierra se resisten mejor estas cosas; aquí tendrá que aguantarla a todas horas. Ha perdido su trato con las mujeres; las más atrevidas sólo la saludan con un movimiento de labios, y al faltarle la sociedad de su banda, se refugiará en usted... ¡Afortunadamente, me tiene a mí, que puedo aligerarle de este peso!...
"Para reconocer la otra banda del Colorado intenté vadearle, á cuyo objeto le hice tantear por un indiecito que se hallaba á cerca de media legua, pastoreando unos caballos de las tolderias de Usel.
Los nuevos entrantes tomaron su lugar, según y conforme a su calidad y condición, logrando al fin la dueña Bermúdez el verse presidiendo la banda de aquellas palomas, no tan blandas y obedientes como ella quisiera.
¡Oh, mientras el ancho sol ocultábase allá abajo y se alejaban todos jadeantes, agrandando sus sombras sobre los terrones de los surcos y las sendas húmedas con el sereno del crepúsculo, cómo maldecía yo, cómo odiaba a toda la banda, hombres y animales!... Ni mi compañero ni yo podíamos lanzar, como de costumbre, unas notitas de despedida a ese día que expiraba.
Mas no quiso Dios que muriesen todos, para que tuviésemos noticia de la felicísima suerte de estos dos operarios Apostólicos; á algunos, pues, dejaron con la vida, bien que condenados á esclavitud perpetua. Los matadores transportaron el cuerpo del P. Arce á la otra banda del río, y le entregaron á los Guaycurús, que también habían echado leña al fuego, y tenido parte en este cruel delito.
Palabra del Dia
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