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Actualizado: 3 de julio de 2025


Los historiadores árabes afirman que entre escuadrones y batallones, entre ginetes y peones, contaba el Amir mas de 400,000 hombres, repartidos del modo siguiente: 60,000 voluntarios, 300,000 reclutas, 30,000 negros con alabardas para la mas inmediata defensa de su persona, 10,000 ballesteros renegados, y últimamente muchos flecheros de las tribus zenetes, árabes y arábigo-berberiscas de Almagreb.

Seguíanle seis ballesteros, con jubones de paño buriel, cintos de baqueta, capacetes sin plumas y á la espalda ballesta y saetas. Bajaron la cuesta, cruzaron el vado y en pocos momentos llegaron al lugar de la lucha. ¡Aquí está uno de ellos! exclamó el jefe, echando pie á tierra y sacudiendo al bandido por el cuello.

Todos los informes dados por Manolo Casa-Vieja a su amigo Paco Ballesteros sobre lo ocurrido a los personajes de nuestro relato, desde que los despedimos en el último capítulo de la primera parte de él, eran la pura verdad.

D. Ramon Vietes, idem; el Sr. D. Valeriano Barrera, de este vecindario; el Sr. D. Juan Francisco Marcheses, idem; el Sr. D. Antonio Ramirez, idem; el Sr. D. Henrique Ballesteros, idem; el Sr. Dr. D. Matias Patron, Abogado; el Sr. D. Antonio Luis Beruti; el Sr. D. Agustin Donado; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Manuel Pinto; el Sr. D. Mariano Conde, de este vecindario; el Sr.

Tengo entendido que son los escoceses buenos guerreros, observó Tristán. Fuertes y sufridos; no adelantan durante el combate, pero tampoco huyen, sino que se aguantan á pie firme, dando cada toque que saca chispas de cascos y coseletes. Con el hacha y la espada de combate no tienen igual, pero son muy malos ballesteros, y lo que es con el arco, no se diga.

Pues bien: en el Sport-Club, a las dos de la mañana, y en una sala de las más concurridas a aquellas horas en que duermen y reposan las gentes ordinarias que todavía conservan los resabios del trabajo y del hogar, departían afectuosamente, arrimados a una mesa, Manolo Casa-Vieja y Paco Ballesteros, después de haber tomado chocolate a la vainilla el uno, y el otro buena ración de biftec con media botella de Burdeos.

Es Tristán de Horla, un montañés como hay pocos, á quien acabo de alistar en la Guardia Blanca. Hará un soldado excelente. ¿Buenos puños, eh? Robusto y forzudo pareces, arquero, pero estoy seguro de que ese buen mozo lo es más todavía. Á ver, Tristán, si avergüenzas á todos mis ballesteros, ninguno de los cuales pudo ayer hacer rodar aquella piedra y arrojarla al torrente.

¡Dios mío, Lolita! exclamó Fuentes . Si usted, como es ahora, causa tales estragos en los corazones masculinos, ¡qué va a suceder cuando lleve cuatro o cinco meses con un régimen de arsénico! Señor Ballesteros, no consienta usted que lo tome: es tratarnos con demasiada crueldad.

Palabra del Dia

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