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Le ponen pantaloncitos cortos ceñidos a la rodilla, y blusa con cuello de marinero, de dril blanco como los pantalones, y medias de seda colorada, y zapatos bajos. Como lo quieren a él mucho, él quiere mucho a los demás.

Juan de la Puebla, con el hábito de S. Francisco ejercitarse en los oficios mas bajos y penosos en servicio de los pobres y de los religiosos descalzos que estableció en la comarca.

Algunos creían en una lucha con un «cabeza de olla» ú otro pez carnívoro de los que cazan en las aguas mediterráneas. En vano los pescadores llevaron sus barcas por todas las angulosidades entrantes y salientes del promontorio, explorando las cuevas sombrías y los bajos fondos de cristalina transparencia. Nadie pudo encontrar el cadáver del Tritón.

Era la única vez que Sanabre creía haber estado ebrio: ebrio de sol, de azul celeste, de verde de los árboles, de aquella luz opalina que derramaban sobre el suelo unos ojos bajos y como avergonzados, al pronunciar el mágico monosílabo.

La marquesa miró al pulcro caballero con dureza y después se volvió rápidamente hacia sus hijas, que seguían con los ojos bajos, en la misma actitud rígida y silenciosa de siempre. Pinedo permaneció grave e indiferente, como si hubiese dicho la cosa más natural del mundo. Pues yo, amigo Pinedo, creo que los hombres deben tener también buenas formas manifestó la pánfila señora de Calderón.

Me escribió proponiéndome cambiar la vida del claustro por la del teatro... y... mi celda daba á un huerto que tenía las tapias muy bajas, los balcones eran muy bajos... me escapé... caí loca en los brazos de aquel hombre... perdí la virginidad de mi cuerpo, pero conservé la virginidad de mi alma.

Las tierras del marqués estaban muy necesitadas de abono. Don Acisclo adquirió para no pocas ovejas y cabras, las cuales, a trueque de algunas hierbas inútiles y tal vez nocivas y de algunos retoños bajos y viciosos, abonaban bien los mejores olivares del marqués. Necesitaba el marqués más dinero; era menester tomarle prestado; no había quien le diese a menos del 15 por 100.

Detrás de su profesión de fe humanitaria, de su predicación de la justicia, de la igualdad, del amor, debía ocultar un egoísmo escéptico, bajos apetitos, intenciones malsanas, puesto que había sido capaz de reducir a semejante tormento a un ser que se le había rendido a discreción.

El valle, vestido de verano, era hasta hermoso; la gente, animada y alegre; los panoramas, mucho más interesantes por la abundancia de luz y limpieza de los horizontes; la temperatura, hasta calurosa en los sitios bajos; las fiestas y romerías, abundantes... y la más solemne y original de las primeras, una que me había ponderado mi tío mucho, aunque no todo lo que verdaderamente merece: la del reparto de la yerba del Prao-concejo en agosto, que dura ocho días seguidos; la verdadera fiesta del trabajo.