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Testimonio manifiesto, no solo del entrañado celo, que se aviva en los corazones mallorquines para con la fe católica, sinó también de aquel género de aversión natural que tiene a esta gente.

El brigadier padecía mucho con esta injustificada aversión y procuraba mitigarla, sin resultado alguno. Necesitábase la pasión loca que su mujer le había inspirado y su carácter pacífico, para que algunas veces no hubiese un escándalo en casa. Los parientes, en cuanto se hicieron cargo de lo que pasaba, mostraron mucho disgusto.

El banderillero sintió nacer en su pensamiento un odio feroz por todo lo que le rodeaba, una aversión a su oficio y al público que lo mantenía. Danzaban en su memoria las sonoras palabras con que hacía reír a las gentes, encontrando ahora en ellas una nueva expresión de justicia.

Dícese que lo hacen por aversión instintiva al cautiverio. Será o no será así; pero es un hecho constante aquella singular costumbre. Por tenerlo Pepazos bien sabido, salió en busca de sus yeguas cuyo paradero conocía. Suponíase que los cerriles animales, presumiendo la que su amo trataba de jugarles, huirían hacia las alturas.

También éste le quería y aprobaba su aversión por los libros. Si de tarde en tarde era el capitán el que venía al buque por unos momentos, Caragòl le hablaba obstruyendo la puerta con su cuerpo, al mismo tiempo que sonreía maliciosamente. Para Esteban, las dos cosas más dignas de admiración eran el mar y su padre.

Por otra parte, no seré yo el que acuse a los hombres que declaman contra ciertas consecuencias por aversión a todos los principios, y que no combaten, en el fantasma de la nobleza actual, más que la existencia aún positiva de la monarquía... Hay que confesar que nunca hubiera estado más fuera de lugar semejante género de agresión. No me queda más que una palabra por decir.

Una arruga surcaba su frente tan pronto como se trataba de esa criaturita, y ella, como amaba apasionadamente a su marido y temía que le tomara aversión a ella misma a causa del niño, se lo ocultaba lo más que podía. El niño se enfermó con escarlatina. Encontré a la madre de rodillas junto a la cama y derramando amargas lágrimas.

Su aversión a las suntuosidades exteriores parecía haber inspirado la obra de la catedral, ahogada por el caserío que se empuja y arremolina en torno de ella como si buscase su sombra. La plazuela del Ayuntamiento era el único desgarrón que permitía al cristiano monumento respirar su grandeza.

Sus gestos, sus movimientos, su barba gris, sus acciones más insignificantes é indiferentes, hasta el corte y la moda de su traje, le eran odiosos: señal todo de una antipatía en el corazón del ministro más profunda de lo que él se hallaba dispuesto á confesarse á mismo. Y como era imposible asignar una causa á tal desconfianza y aversión, el Sr.

Tambien salvó la vida en este Castillo el Conde de Fuentes, á quien el pueblo de Zaragoza manifestó la mayor aversion, y que habia sido detenido en la Sierra de Cameros cuando desde París venia con direccion á Madrid. Solo la presencia de Palafox que salió á recibirle pudo librarle de una desgracia. De la visita que S. M. Doña Isabel 2.ª hizo al Castillo de la ALJAFERÍA en 27 de julio de 1845.