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Actualizado: 18 de julio de 2025
Contó Pepe a su compañero cuanto había ocurrido durante su ausencia, las consecuencias del sermón, el fanatismo de la madre, sus disgustos con Tirso, el modo que tuvo de echarle, y, por último, el deplorable extremo a que se veía reducido, refiriéndole, entre lloroso e irascible, cómo había faltado doña Manuela a dormir una noche a su casa, por ser vigilanta en la Limosna de la luz.
Despidióse Elvira de su hijo sin decir cuándo ni adónde iba, y el rector del colegio, que conocía a fondo todas las pesadumbres de la dama, quedó encargado de no permitir que el niño recibiese otra visita que la de la marquesa de Villasis durante la corta ausencia de su madre.
»La ausencia de Carlos prosiguió la Condesa, su desaparición misteriosa e imprevista nos habían anonadado. ¿Habría sido víctima de alguna traición? ¿Nuestros proyectos habían sido descubiertos? ¿Su rival, celoso, había pagado asesinos que le matasen? ¿La venganza y el poder del duque de Arcos, le habían privado de su libertad y le habían recluido en alguna prisión de Estado?
Pero el Rey, al contemplar á Doña Blanca, siente arder en su pecho violenta pasión, y para satisfacerla, toma la indigna resolución de nombrar á D. Martín general del ejército para seducir en su ausencia á Doña Blanca. D. Martín, no sospechando nada, accede á los deseos del Rey, el cual, sobornando á los criados, se introduce la noche siguiente en el dormitorio de Doña Blanca.
Por último, tanto rogó, prometió y dijo D. Fadrique, que D. Carlos hubo de someterse y salir aquel mismo día para Sevilla, si bien ofreciendo sólo ausencia de poco más de un mes: hasta que llegasen las vacaciones de verano.
El verano se presentó Carlos Ohando, que venía de vacaciones del colegio de Oñate. Pronto notó Martín que, con la ausencia, el odio que le profesaba Carlos más había aumentado que disminuído. Al comprobar este sentimiento de hostilidad, dejó de presentarse en casa de Ohando. No vas ahora a vernos le dijo alguna vez que le encontró en la calle, Catalina.
La señorita Alicia ha querido obligarme a seguirla por entre el polvo de los caminos; iba a resignarme, contando con la presencia de ustedes. Cuando supe que ustedes no irían, sin vacilar falté a la cita. Me imagino que nadie habrá notado mi ausencia...
El señor Aubry se recostó en una poltrona; luego, al cabo de algunos minutos, exclamó, desperezándose: Hijas mías, estoy muy fatigado; he tenido hoy un trabajo considerable; he hecho a la vez de patrón y de obrero. Este diablo de Juan, demorándose en venir, me recarga la tarea. Es que él solo se ocupa de todos los asuntos, y su ausencia prolongada empieza a molestarme.
12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, obrad vuestra salud con temor y temblor; 13 porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad. 14 Haced todo sin murmuraciones o dudas,
Ya no era la familia; estaba entre extraños; pero extraños que eran mis amigos, la bella joven por quien sentí la vez primera palpitar mi corazón enamorado, la familia dulce y buena que procuró con su cariño atenuar la ausencia de la mía.
Palabra del Dia
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