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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Partid, don Lope, a vuestro palacio; alcanzad licencia de vuestro padre; sepa yo que en querrá abrazar una hija y no mirar de reojo a la esposa de su hijo; volved tan amante como ahora os mostráis, y vuestro gusto y el mío se cumplirán colmadamente sabiendo que ni fuerzas humanas podrán arrancar vuestra imagen del pecho mío durante tal ausencia, y que ni el orbe entero me evitará un monasterio si el ser quien soy me obliga a rehusar el amor vuestro.

Gallardo levantó la cabeza con arrogancia, como si le propusieran algo deshonroso. ¿Renunciar al toreo? ¿Pasar un año sin que le viesen en el redondel?... ¿Es que los públicos podrían resignarse a esta ausencia? Admita usté, don José. De aquí a la primavera hay tiempo pa ponerse fuerte. Yo toreo lo que me pongan delante. Puee usté comprometerse pa la corría de Pascua de Resurrecsión.

No, por una ausencia, que no es lo mismo, porque de lo pasado guardamos el uno y la otra la única memoria que nunca ensucia los recuerdos. ¿Y ahora? ¡Ahora!... ¿Sabes algo?... Nada ; pero imagino que habrás hecho lo que hace poco me recomendabas. En efecto dijo Oliverio sonriendo. Luego se puso serio y continuó: En otro momento te contaré. Ahora no hay oportunidad.

No tardé, sin embargo, en explicarme su ausencia, pues D. Alonso, una vez arreglado su breve equipaje, se mostró muy impaciente, hasta que al fin apareció el marinero diciendo: «Ahí está el coche. Vámonos antes que ella venga

Las guitarras comenzaron a vibrar, mientras uno de los cantores gemía con voz gutural: ¡Por una ausencia larga Mandé sangrarme, Hay ausencias que cuestan Gotas de sangre! ¡A la hueva, hueya, Hueya sin cesar, Abrasé la tierra Vuelvasé a cerrar!

Y después venían las horas de inquietud por la ausencia de su marido, unas tardes interminables, de angustia, esperando al hombre que nunca regresaba, saliendo á la puerta de la barraca para explorar el camino, estremeciéndose cada vez que sonaba á lo lejos algún disparo de los cazadores de golondrinas, creyéndolo el principio de una tragedia, el tiro que destrozaba la cabeza del jefe de la familia ó que le abría las puertas del presidio.

Sus rodillas estaban en contacto. Tomaba una de sus manos, acariciándola, introduciendo un dedo por la abertura del guante. ¡Aquel maldito jardín, que no permitía mayores intimidades y les obligaba á hablar en voz baja después de tres meses de ausencia!... A pesar de su discreción, el señor que leía el periódico levantó la cabeza para mirarles irritado por encima de sus gafas, como si una mosca le distrajera con sus zumbidos... ¡Venir á hablar tonterías de amor en un jardín público, cuando toda Europa estaba amenazada de una catástrofe!

El alemán soñaba con una visita á su país. ¡Tantos años en América!... Desnoyers, por lo mismo que no sentía deseos de volver á Europa, quiso facilitar este anhelo de sus cuñados, y dió á Karl los medios para que hiciese el viaje con toda su familia. El viejo no quiso saber quién costeaba los gastos. «Que se vayan dijo con alegría y que no vuelvan nuncaLa ausencia no fué larga.

El proceder era tanto más lícito, cuanto que en mi ausencia el señor de Bevallan había abusado de la inexperiencia de mi excelente amiga la señora de Laroque, y de la inexperiencia de mi colega de la villa vecina, para hacerse asegurar ventajas exorbitantes. Sin separarme de la letra de las convenciones, conseguí modificar sencillamente su espíritu.

Novillo se sentía feliz, expansivo, y al acomodarse Apolonio a su lado le dió una palmada en el muslo al zapatero, preguntando: ¿No dice usted nada hoy, querido Apolonio? Le decía a usted, don Anselmo Apolonio respondió sin mostrarse herido por la ausencia mental y material de su amigo , que los chinos conceden al pie la importancia debida. Este es mérito común a los asiáticos.

Palabra del Dia

machacado

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