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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Al poco rato notaron que se acercaban bultos negros arrastrándose por entre los matorrales. Cornelio disparó contra uno de ellos, que quedó inmóvil sin lanzar un grito. Aquel tiro, y sobre todo sus efectos, debieron de asustar a los asaltantes, porque se les vió retroceder a toda prisa y esconderse entre los espesos árboles de la selva.

La gran culebra triste y oscura no acababa de encontrar guarida y seguía arrastrándose silenciosamente entre las sombras del crepúsculo. Los pedazos del lagarto que Pedro había matado se reflejaban aún en su lomo tembloroso y plomizo. Cuando llegó la pareja al palacio era ya noche cerrada. Fragmentos de un diario.

Vió un cañón acostado, con las ruedas rotas y en alto, entre muchos hombres que parecían dormir; vió soldados que se tendían y doblaban la cabeza sin un grito, sin una contracción, como si los dominase el sueño instantáneamente. Otros aullaban arrastrándose ó caminaban con las manos en el vientre y las posaderas rozando el suelo. El viejo experimentó una sensación aguda de calor.

Gertrudis se inclina hacia adelante para quitarse el zapato; pero su mano tiembla, y se detiene fatigada. Deja que te ayude dice él. Un movimiento brusco, y el zapato salta al lado de ella, le sigue la media, y, arrastrándose hasta la orilla del río, la joven sumerge hasta el tobillo el pie desnudo en la frescura de la corriente. ¡Oh! ¡qué bien hace esto! murmura aspirando el aire profundamente.

El sol de Junio alumbraba y quemaba en la plaza a unos cuantos niños medio desnudos que jugaban arrastrándose por el suelo. Andrés la atravesó lentamente, como quien marcha a la ventura, y fue a salir por el extremo opuesto de la aldea. Allí se abría una cañada que iba a la montaña, por donde bajaba un arroyo tributario del río de las Brañas.

En un cenador de ese género siempre es de noche, cómo ustedes saben... Y entonces, ella me suelta el brazo, se agacha hasta tocar el suelo, y, arrastrándose, se introduce por un boquete en el tallar, cuyas ramas entrelazadas cierran toda otra entrada.

Un tanto fatigadas se sentaron en el suelo, y entonces Mauricia, arrastrándose hasta llegar junto a su compañera, le dijo: «Aquel día... ¿sabes?, acabadita de marcharte , estuvo en casa de la Paca Juanito Santa Cruz». Fortunata la miró aterrada. «¿Qué díafue lo único que dijo. ¿No te acuerdas? El día que estuviste , el día en que te conocí... Paices boba.

Palabra del Dia

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