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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Al fin me armé de valor y entré muy suavemente en su cuarto. La encontré arrodillada junto a la cama, con el rostro oculto en la almohada, y parecía orar. Me quedé inmóvil en el umbral, pues no me atrevía a perturbarla. Al fin, se volvió y al verme se levantó estremeciéndose. ¿Qué quieres? balbució. Yo me colgué de ella y mis sollozos habrían enternecido a un corazón de piedra.
Yo no sabía qué decir. Se me ocurrió una bobada. Hacia la resurrección. ¿No sabes que es pascua florida? Se detuvo, temblando. ¿Está usté loco, señor? ¡Ay, Dios mío, ten piedad de mí! Yo tiré de ella, escaleras arriba. Ven conmigo, mujer. ¡Virgen de Covadonga! Gritaré, aunque se arme un escándalo y me lleven a la delegación y se detuvo, con firmeza.
Digan lo que quieran los aficionados al tiempo viejo, la vida que es tan dura para la mayor parte de los hombres, se irá haciendo cada vez más fácil. Velemos para que una educación fuerte arme al joven con enérgica voluntad y le haga siempre capaz de heroico esfuerzo, único medio de sostener el vigor moral y material de la humanidad.
Pero en los caminos, no pasa un mendigo ni una paleta sin que arme conversación con ellos. No tiene malicia, ni desconfianza, ni sentimiento alguno de las conveniencias... Por más que le digo: «¡Eso no se hace!» ya está hecho cuando yo hablo... El otro día iba un pobre hombre tirando, con su perro, de una carretilla cargada de chirimbolos, y con la lengua fuera al subir un repecho.
Pero estamos amenazados de que el mejor día haga Frasquita averiguaciones, se plante aquí y nos arme la escandalera del siglo. Eso será lo que tase un sastre, porque si viene, del primer trastazo la dejo perniquebrá. Tú no eres capaz de hacer tal cosa, porque, al fin y al cabo, se trata de mi señora. Te azvierto que de tres patás la espampirolo y te quedas más viudo que el marido de una difunta.
Tal ventura os acontezca á vosotros, á vuestras mugeres en fin de vuestros negros dias, qual aconteció á la muger de el Levita en la Ciudad de Gabaon. La mano del Señor se arme contra vosotros para heriros en las últimas partes de vuestros cuerpos, y assí seais podridos como los de las Ciudades de Gazor.
Palabra del Dia
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