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Actualizado: 7 de septiembre de 2025


Aunque á Alejandro imitéis En darme lo que estimáis, 2540 Ni como Apeles me halláis, Ni enamorado me veis, Ni vos mandarme podéis Que sea lo que no fuí; Pues cuando pudiera aquí 2545 Ser lo que no puede ser, No quisiera yo querer Á quien os deja por . DO

Sospiró don Quijote, oyendo lo que la duquesa le mandaba, y dijo: -Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza, aquí, sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar, porque Vuestra Excelencia la viera en él toda retratada; pero, ¿para qué es ponerme yo ahora a delinear y describir punto por punto y parte por parte la hermosura de la sin par Dulcinea, siendo carga digna de otros hombros que de los míos, empresa en quien se debían ocupar los pinceles de Parrasio, de Timantes y de Apeles, y los buriles de Lisipo, para pintarla y grabarla en tablas, en mármoles y en bronces, y la retórica ciceroniana y demostina para alabarla?

En la misma mágica gruta donde Apeles consigue este don, y en el momento en que le consigue, aparece una virgen cristiana, la cual, impulsada por una voz intima, va á Palmira á predicar el Evangelio. Sedienta de martirio, le predica con generosa imprudencia, insulta á los dioses gentiles, irrita á la plebe, y la plebe la mata en medio de las calles, á pesar de que Apeles la defiende.

En mala hora para los gentiles llega la noticia de la retirada desastrosa del ejército romano y de la muerte del heróico emperador. Los cristianos cobran entonces mayores bríos. En las calles y plazas de Palmira se traba sangrienta y reñida batalla. Quedan en ella vencidos los gentiles y muere el nieto de Apeles.

, de celeste acento, melodioso rival de filomena, que en variado concento en la noche serena disipas del mortal la amarga pena; , que la pena dura animas al impulso de tu mente, y la memoria pura del genio refulgente eternizas, con genio prepotente; Y , que el vario encanto de Febo, amado del divino Apeles, y de Natura el manto, con mágicos pinceles trasladar al sencillo lienzo sueles;

Sea como sea, no nos detengamos en reflexiones y acabemos á escape. El nieto de Apeles, que es un furibundo pagano, entra en una conjuración para restablecer en Palmira la idolatría. Apeles sabe á tiempo su propósito, y como no puede disuadirle de que vaya á la ciudad, le acompaña.

Palabra del Dia

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