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Actualizado: 25 de junio de 2025


Después de la partida de San Martín, el antagonismo entre colombianos y argentinos se acentuó más aún; la arrogancia recíproca dio origen a la triste página de Arequito, lo que no impidió más tarde las heroicidades de los granadinos y de los hijos del Plata en los campos de Junín y Ayacucho.

Pero el verdadero antagonismo, la lucha terrible entre los blancos, reducidos a un número insignificante, y la gente de color, estalló en 1870, cuando la revolución del 4 de septiembre fijó el sufragio universal como base del nuevo organismo político de la Francia.

Y digo prodigios intencionalmente, porque en ningún país de Europa el hombre ha tenido que luchar con tantos obstáculos como en Suiza, donde el suelo es un cáos y la fertilidad poco notable, y donde la nacionalidad se ha visto amenazada siempre por vecinos poderosos en antagonismo constante. Los únicos artículos monopolizados en Suiza son: la pólvora y, en algunos cantones, la sal extranjera.

Recordé la reciente lectura que habia hecho de un libro sobre las costumbres de los árabes, y tuve la explicacion del fenómeno. Es que aquella poblacion valenciana, eminentemente morisca, ha encontrado una armonía perfecta entre el arbitramento de los juicios de aguas y las costumbres arábigas. Allí donde falta el antagonismo, las instituciones se perpetúan respetadas religiosamente.

Antagonismo de héroes, combates de cortesía, como habría dicho un heraldo de armas del siglo XV. Los colombianos tenían por jefe a Bolívar, los argentinos a San Martín, y todos comprendían que esas dos glorias no cabían en el continente.

Una mirada de profunda antipatía era lo único que a veces dejaba entrever el pugilato espiritual de aquellos dos atletas del pensamiento. Villalonga, que era observador muy picaresco, aseguraba haber descubierto entre Aparisi y Casa-Muñoz un antagonismo o competencia en la emisión de palabras escogidas.

El teatro, á pesar de esos moldes inquebrantables de tiempo y de espacio en que necesariamente ha de desarrollarse, no es inferior á la novela: es... «otra cosa»; y el radical antagonismo de ambos géneros, si divorciados esencialmente, más separados aún en cuanto concierne á su complexión y arquitectura, impide fijar entre ellos puntos discretos de comparación.

Antagonismo de cabezas ligeras y corazones calientes, como fueron todos esos oficiales de la guerra de la Independencia, aristocráticos hasta la médula, desprendidos, generosos, con el sentimiento más que con la razón de la causa por que jugaban la vida, enardecidos por la lucha y siguiendo la bandera de su jefe con la ciega obstinación de un oficial de Wallenstein en la guerra de treinta años.

Habituados a jugar la vida a cada instante, a los triunfos fáciles en amor, al amparo de su maravilloso prestigio en América, el antagonismo no se concretaba a la reputación militar, sino que revestía sus formas más irritantes en el estrado donde la limeña hacía brillar sus ojos tras el abanico de encaje.

Que fuese él o fuera otro el que obtuviera el triunfo, poco importaba: lo esencial era conseguirlo. Para su hermano Pepe, cuya dicha acababa de extirpar como planta arrancada de cuajo, no tuvo un solo impulso de rencor. La rivalidad y antagonismo que de él le separaban, nada eran ni valían ante la alteza y rectitud de sus propósitos.

Palabra del Dia

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