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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Después aconsejó a Isidro que comprase la cama en la tienda de sus hijos. Tenían géneros baratos y nuevos. No debía adquirirla en las Américas. Eran todas de largo uso; la que menos, había visto morir a toda una familia. Sus primos le darían con economía lo que necesitase. Luego preguntó por su madre, la señora Eusebia.

Hay misterios, secretos que no se entienden, hasta que viene uno y dice tal por cual, y lo descubre... ¡Pues qué más, Señor!... Allá estaban las Américas desde que Dios hizo el mundo, y nadie lo sabía... hasta que sale ese Colón, y con no más que poner un huevo en pie, lo descubre todo y dice a los países: «Ahí tenéis la América y los americanos, y la caña de azúcar, y el tabaco bendito... ahí tenéis Estados Unidos, y hombres negros, y onzas de diez y siete duros». ¡A ver!

Emancipadas las Américas, la administracion de correos de Manila empezó á entenderse directamente con la direccion jeneral de Madrid, y poco despues de esta época, se aumentó al administrador en Filipinas un abono de trecientos pesos por razon de casa y cien pesos para un escribiente, únicos gastos de la renta; y que si se querian garantir mas sus ingresos, con solo añadir un interventor al tanto por ciento igualmente, estaba hecho cuanto se podia apetecer para mayor seguridad de sus fondos.

Parece que una mañana se levantó Carlos III con humor de suegra, y francamente que razón había harta para avinagrar el ánimo del monarca. Su majestad había soñado que las arcas reales corrían el peligro de verse como Dios quiere a las almas, es decir, limpias, porque sus súbditos de las Américas andaban un si es no es remolones para proveerlas. ¡Carrampempe!

El español belicoso tenía como medio seguro de abrirse paso las guerras incesantes en diversos territorios de Europa y el embarcarse para las Américas, siempre necesitadas de hombres valerosos. Además, la religión daba con frecuencia espectáculos emocionantes, en los cuales sentíase el escalofrío que proporciona el peligro ajeno y se ganaban indulgencias para el alma.

Mas adelante, y pasados bastantes años de ser evacuadas las Américas, y cerrado por consiguiente el paso de las naves por Marianas, se redujeron en las cláusulas de un reglamento los gastos de las islas, quedando estos en la suma de unos doce mil pesos.

No vamos á tratar á la mujer á la sombra de un patrón de la moda elegante, ni á la semiluz de una bambalina, ni á las tinieblas de un coche con cortinillas, ni á los truenos y relámpagos de un can-can; no, vamos á ocuparnos de la primitiva hija del Oriente, raza hoy poco conocida, que después de haber perecido casi por completo en las Américas, va siguiendo la misma suerte en los inmensos dominios que comprende la India inglesa.

El que está leyendo el periódico y tiene los zapatos rotos es el Emperador y Autócrata de todas las Américas, y aquel anciano a su lado que se mece la barba, ese es, !ah! no me atrevo a decir a usted quién es.

«¿Y ello ha de comprarse también sin hablar? Sin hablando naida». Luego era forzoso procurarse un palo de carrash, madera de África, que aquí llaman laurel. Un vendedor de garrotes, en el primer tinglado cabe las Américas, lo tenía. Había que comprárselo sin pronunciar palabra.

Los restos de la existencia diaria, la comida y los trapos rotos, los expelía Madrid hacia lo alto; los residuos de su lujo, los muebles y las ropas, empujados por los vaivenes de la fortuna, bajaban la cuesta del Rastro para amontonarse en el estercolero de las Américas. ¡Las cosas que uno ha visto, muchacho!... ¡Si los muebles hablasen!

Palabra del Dia

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