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Actualizado: 26 de mayo de 2025
La reina noticiosa del caso, disimuló prudente, y se contentó con hacer que D. Alonso pusiese á Merlo en libertad; pero ya el altivo señor no volvió á predominar en Córdoba. Estos hechos, aunque estraños á la historia de la catedral, son interesantes como complemento de las memorias de los años 1465 y siguientes.
Cuando después de grandes tribulaciones por mar y por tierra llegaron a países sometidos a las autoridades castellanas, Talavera y sus hombres fueron ahorcados y don Alonso se vio envuelto en procesos que amargaron sus últimos tiempos. La gobernación de Urabá, que le había dado el rey, ya no existía.
No tardé, sin embargo, en explicarme su ausencia, pues D. Alonso, una vez arreglado su breve equipaje, se mostró muy impaciente, hasta que al fin apareció el marinero diciendo: «Ahí está el coche. Vámonos antes que ella venga.»
El origen de la Comunidad de Teruel, se remonta al reinado de D. Alonso II, que hizo donación a los pobladores de la villa de un estenso territorio que no abarcaba menos de cien aldeas, número que fue disminuyendo con el tiempo hasta quedar reducido a noventa que tenía en los últimos años del siglo pasado: el mismo rey les concedió los fueros de Sepúlveda o de Estremadura, que diferían bastante de los generales de Aragón.
Terrible fue la afrenta; pero D. Alonso la sufrió con paciencia magnánima, reservando su valor para más patrióticos y altos empeños, según supo mostrarlo en el resto de su vida y en su muy gloriosa y trágica muerte. La soledad y la monotonía de la existencia de la alcaidesa no habían tenido la menor alteración a pesar de una extraña novedad que había en el castillo desde hacía una semana.
Pero volvamos a las cosas que el dicho de mi tío hacía, ofendido con la carta que decía en esta forma: «Señor Alonso Ramplón: tras haberme Dios hecho tan señaladas mercedes como quitarme de delante a mi buen padre y tener a mi madre en Toledo, donde, por lo menos sé que hará humo, no me faltaba sino ver hacer en V. Md. lo que en otros hace.
En este tiempo vino a don Diego una carta de su padre, en cuyo pliego venía otra de un tío mío llamado Alonso Ramplón, hombre allegado a toda virtud y muy conocido en Segovia por lo que era allegado a la justicia, pues cuantas allí se habían hecho de cuatro años a esta parte han pasado por sus manos. Verdugo era, si va a decir la verdad; pero un águila en el oficio.
De la coronacion de D. Pedro 3.º no tenemos una relacion circunstanciada, aunque varios historiadores dicen, que fué una de las mayores que se habian celebrado en aquellos tiempos; tampoco hablan minuciosamente los cronistas de la de D. Jaime 2.º y D. Alonso 3.º llamado el Franco, quien por ausencia del arzobispo de Tarragona y hallarse vacante la silla de Zaragoza, fué coronado por el obispo de Huesca; pero de la de D. Alonso 4.º hijo del anterior, y llamado generalmente el Benigno, tenemos particularísimas noticias, y podemos decir que entonces el castillo de la ALJAFERIA, rebosó en magestad y vió en su recinto la mas brillante concurrencia.
Algunos trabajos en prosa se imprimieron de Salinas, entre los que cita Gallardo el Prólogo á las Meditaciones para cada día del año y la Dedicatoria al Sermón fúnebre de la madre Dorotea, escrito por Alonso Sanz.
Para terminar: el pintor sevillano no llegó á escalar la región reservada á los genios; faltóle en primer lugar hondo sentimiento y espíritu para sus obras; pero fué un artista en conjunto bien digno de elogio por su obra general, y la dulce memoria que dejó como maestro de Zurbarán, de Alonso Cano, de Murillo y de tantos otros hará siempre que su nombre viva unido al de aquellos grandes hombres y la posteridad lo respete.
Palabra del Dia
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