Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de junio de 2025
Y así que almorzó se fué á dar una vuelta por la ciudad y por la feria. Una y otra estaban bien animadas. Pululaban los forasteros por las calles en muchedumbre apretada y en mucho mayor número piafaban los caballos allá en el real de la feria.
Fué tanto, no obstante, el empeño que Gonzalo puso en ello, sin duda para distraerla un poco de la melancolía en que había caído, que, al fin, cedió. Con ir a Sarrió a probarse los trajes y dar instrucciones a la modista, se distrajeron algunas tardes. Llegó el esperado domingo. Gonzalo, que estuviera ocupado toda la mañana, almorzó en Sarrió.
Dióme cuatro capirotazos, llamándome bruto y asturiano; se almorzó el chocolate, quebró el vaso, tronchó dos sillas y se despidió, prometiéndome siempre volver después para diablear un poco. ¡Oh, Híala; oh, hurí mía!...
Le recibió con amable sonrisa, almorzó con él, tratándole como a un camarada, y a los postres, cuando le vio ebrio, enarboló un látigo y vengó su antigua servidumbre, los golpes recibidos en la época de timidez y encogimiento, con una ferocidad encarnizada que manchó de sangre su habitación y atrajo la policía al hotel.
El día de la gran prueba, Gonzalo estuvo muy agitado. Había tratado de inquirir con disimulo, si algún criado de la casa estaba comprometido, o por lo menos sabía algo. Nada encontró tampoco que lo hiciera presumir. Almorzó sin apetito. En cuanto tomó café mandó enganchar y se fué en compañía de su suegro. La sesión del ayuntamiento duró hasta las diez de la noche.
Freya se presentaría con el retraso de una viajera que acaba de llegar y está ocupada en el arreglo de su persona. Almorzó mal, mirando continuamente una gran vidriera con dibujos de barcos, peces y gaviotas, atragantándosele el bocado cada vez que se abrían sus hojas policromas. Y llegó al final del almuerzo, y tomó lentamente su café, sin que ella apareciese.
Alzó la cabeza al sol fundente de mediodía e insistió en que no galopara un momento. Almorzó en seguida y subió. Los perros, que en la mañana no habían dejado un momento a su patrón, se quedaron en los corredores. La siesta pesaba, agobiaba de luz y silencio. Todo el contorno estaba brumoso por las quemazones.
Almorzó bien, recibía cuantos amigos llegaban á verle, y á todos les endilgaba la consabida historia: «Conformidad.... ¡Qué le hemos de hacer!... Está visto: lo mismo da que usted se vuelva santo, que se vuelva usted Judas, para el caso de que le escuchen y le tengan misericordia.... ¡Ah, misericordia!... Lindo anzuelo sin cebo para que se lo traguen los tontos.»
Palabra del Dia
Otros Mirando