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Se pone al baño maría, moviendo algo, y cuando van espesando los huevos, se separan del fuego y se baten bien para que queden muy finos. En la misma forma se hacen los de almendra, sin más variación que agregar almendras molidas y mezclarlas bien antes de cocerlas al baño maría.

Un clérigo de las oficinas del arzobispado lo presentó al cardenal, quien después de oírle le dio un puñado de almendras y la esperanza de ocupar una beca para que hiciese gratuitamente sus estudios en el Seminario.

Algunas entraban con el besugo cogido por las agallas; otras no habían podido traer más que cascajo. Vio a muchas subir con el jarro de leche de almendras, que les dieran en el café de los Naranjeros, y de casi todas las cocinas salía tufo de fritangas y el campaneo de los almireces.

Se sazona de sal, y en una jícara que tendrá la mitad de harina se va dando forma redonda a las albóndigas; se rebozan en huevo batido; se fríen en aceite o manteca bien caliente y se colocan en una cacerola; se les echa una salsa de almendras.

Entre otros platos, mencionaré un pollo con almendras, un alcuzcuz con vainilla, una tortuga con jugo de carne, algo pesado, pero de sabor exquisito, y bizcochos con miel, llamados bocadillos del Kadí... No se sirven más vinos que champaña.

En invierno enciendo un hermosísimo fuego y me instalo cerca de la chimenea con un buen libro en la mano... Hay en Rosalinda una biblioteca muy bien nutrida y la cual yo aumento todavía procurando estar al corriente de cuanto se publica... Soy una endiablada lectora... Cuando tengo un libro interesante, y al alcance de la mano un buen puñado de almendras, me paso horas deliciosísimas junto al fuego.

Almendras tostadas y patatas fritas al vapor eran todas las delicadezas gastronómicas que podían ofrecer con motivo de la guerra en este lugar visitado por los ricos. El público le inspiraba las mismas reflexiones tristes. Había gente, pero muy poca comparada con la que acudía á Monte-Carlo años antes.

Las faenas caseras no habían estropeado sus lindas y bien torneadas manos, y ni el sol ni el aire habían bronceado su tez trigueña. Su pelo negro, con reflejos azules, estaba bien cuidado y limpio. No ponía en él ni aceite de almendras dulces ni blandurilla de ninguna clase, sino agua sola con alguna infusión de hierbas olorosas para lavarlo mejor.

TURRÓN DE YEMA. Se pela y muele un kilo de almendras; se mezcla bien con otro de azúcar, se baten muy poco doce yemas de huevo, y se trabaja mucho todo junto, hasta que quede como una pasta. Si se abre algo, se pone clara de huevo sin batir, trabajándola mucho, se colocan obleas en una caja, se llena de pasta, y se tiene en prensa dos o tres días.

Leocadia se levantó para ir a buscar la leche de almendras, y volvió en seguida trayendo la sopera. Y todo eso en defensa de la religión dijo Millán en tono de burla. La religión no tiene nada que ver en esto, hijos míos.