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Actualizado: 3 de junio de 2025
Ya se lo decía siempre al superior gritaba el fraile . Prevenga al señor obispo de que el condenado está a su servicio, y así él obrará en consecuencia. Nada... él ha querido ocultárselo, y he aquí lo que ocurre. Y dirigiéndose al gitano, le preguntó con inquietud: ¿Por qué haces alejar tu embarcación? ¿es que tendremos que abordarla a nado? ¿Y de qué nos serviría la embarcación ahora padre mío?
Jamás asomó entre ellos el punzante deseo, la audacia de la carne. Marchaban por el camino casi desierto, en la penumbra del anochecer, y la misma soledad parecía alejar de su pensamiento todo propósito impuro. Una vez que Tonet rozó involuntariamente la cintura de Roseta, ruborizóse como si fuese él la muchacha.
Manfredo se ve en el mayor embarazo, porque si se averigua que el muerto, que hay en su casa, es sobrino del Duque, corre peligro su vida, resolviendo entonces alejar de allí secretamente el cadáver.
Cuando somos bien tratados por la suerte, se nos ocurre naturalmente la idea de que no estamos del todo exentos de mérito; y que es razonable que la usemos bien en nuestro favor, sin echar a perder la feliz coyuntura. ¿Dónde estaría, por otra parte, para Godfrey, la utilidad de confesarle su pasado a Nancy y alejar de él la felicidad, más aún, de alejar la felicidad de Nancy, porque tenía, casi la certeza de ser amado?
11 E hizo inflamar contra mí su furor, y me contó para sí entre sus enemigos. 12 Vinieron sus ejércitos a una, y trillaron sobre mí su camino, y asentaron campamento en derredor de mi tienda. 13 Hizo alejar de mí mis hermanos, y ciertamente mis conocidos se extrañaron de mí. 14 Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí.
El viejo basileo Andrónico Paleólogo se dió prisa en alejar á los temibles huéspedes. Cumpliendo sus promesas, confería al obscuro Roger de Flor el título de megaduque ó almirante, casándolo luego con una princesa de la familia imperial. A su vez, los almogávares debían dar principio inmediatamente á su colaboración militar.
A mí me gusta la paz y concordia entre príncipes cristianos. Una vida descansada, mi misita por las mañanas con la fresca, mi corito mañana y tarde, mi altar mayor cuando me toque, mi paseíto por las tardes, y vengan penas». Cuando estaban almorzando, Fortunata no podía alejar de sí este comentario: «Si fue un bien que me adecentaras, estúpido, ya te lo he pagado y no te debo nada».
Por eso Josefina no podía explicarse la actitud de Félix Aldea, aquel empeño en mostrarse enamorado junto al recelo para confesarla su amor. Lázaro apreció rápidamente la situación: Josefina era buena, y el galanteo de que Félix la hacía objeto servía para alejar sospechas.
¡Usted! gritó con una nota de pecho que hizo vibrar los cristales. ¡Usted, con quien me casé para que mi querida niña no muriese de hambre! ¡Usted, perro al que llamé a mi lado para alejar de mí a los hombres! ¡Usted!... No pudo continuar.
Colérico cada vez más y respondiendo á las razones de su sobrino con frases violentas ó desdeñosas, tanto llegó á exaltarse que el alcalde, el boticario y otros comensales creyeron prudente intervenir. Encauzaron la conversación hacia otros asuntos y procuraron alejar al tío del sobrino. Se habían levantado ya todos de la mesa. Se diseminaron por la pomarada formando grupos.
Palabra del Dia
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