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Actualizado: 11 de junio de 2025


Y declarará que don Juan de Guzmán era su amante, que la dió unos polvos, que ella los dió al galopín Cosme Aldaba, que, en ausencia de su marido, le introdujo en la cocina.

Ea, quitáos de mi vista... y á vuestro trabajo. Muchas gracias, señor Francisco dijo Cosme Aldaba, porque las últimas palabras del cocinero habían sido para él un favor y un disfavor.

Siguiendo el hilo, prendiendo á Cosme Aldaba, atormentándole, se sabrá que el tal Cosme envenenó en las cocinas una perdiz destinada al almuerzo de la reina, que la entregó para que la sirviera el paje Cristóbal Cuero, y el paje, preso y sujeto al tormento, declarará que puso en la mesa de su majestad la perdiz envenenada; pero todas las pruebas recaerán en el sargento mayor don Juan de Guzmán.

¡Viuda! dijo Aldaba ; el cocinero mayor está tan apergaminado y enjuto, que me parece que tiene vida para muchos años. El día menos pensado... es rico, ¿no es verdad? ¡Vaya!... ¡si dicen que revende empleos! Luisa dice que en un cuarto obscuro tiene un arcón que debe estar lleno de talegos. Es muy avaro. Y muy ciego: dicen que su primera mujer era peor que ésta.

Cosme Aldaba, que era el delincuente, cayó de rodillas en la situación más cómicamente melodramática que puede verse.

Salía yo de una casa, pero como la hora era alta y la noche lóbrega y el barrio apartado, desnudé la daga... me previne... á los pocos pasos tropiezo, caigo, y me encuentro sobre un cuerpo humano, y con la justicia encima, que viéndome con la daga desnuda y sobre un difunto, me toma por un homicida, y me prende. Decidme, señor Francisco preguntó Cosme Aldaba , ¿llevábais vos la daga de punta?

Después de lo que vuecencia acaba de hacer, no me atrevo á pedirle otra gracia. Hablad, hablad. Muchas gracias, señor, muchas gracias, no cómo pagar á vuecencia. Acabando pronto, Montiño. Es el caso, que mi mujer y mi hija y el galopín Cosme Aldaba, y el paje Cristóbal Cuero están presos. Ya veis que no me he olvidado de lo que me pedísteis.

Hoy por la mañana, apenas me vi libre de negocios, me fuí á las cocinas... á cumplir con mi obligación... y me encontré en ellas á ese infame Cosme Aldaba... No os entiendo bien... Al resultado... al resultado. El resultado ha sido que se ha servido en el almuerzo de su majestad la reina una perdiz envenenada.

Doña Teresa Burguillos, feliz consorte del barbero, era un poco torpe para la pronunciación de los nombres propios, y solía llamar Aldaba al amigo y comilitón de su esposo. Era Curro Aldama ó Aldaba exaltado fontanista, de crasa ignorancia, y con aquella osadía que acompaña siempre á los necios. Se la echaba de gran patriota, y no sonaba cencerro en Madrid sin que él tomara parte en la danza.

¿Y quién ha sido añadió Montiño, cuyos ojos parecían próximos á saltar de sus órbitas , quién ha sido el que ha dejado que un galopín haga un plato que es difícil para más de un oficial? Todos se callaron. Es que el señor Gil Pérez tenía que ir á ver á su coima, y me dijo que hiciera ese capón exclamó desde la puerta con voz quejumbrosa el galopín Aldaba.

Palabra del Dia

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