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Actualizado: 22 de junio de 2025
Pero enseguida reflexionó que ni por aquella ciudad pasaba río alguno, ni él tenía vocación de suicida. Pasó junto al café de la Oliva, donde solía tomar Jerez con bizcochos algunos domingos, al volver de misa mayor, y el deseo de un albergue amigo le penetró el alma. Entró, subió al primer piso, que era donde se servía a los parroquianos. Se sentó en un rincón oscuro. No había consumidores.
Pero el amor se alberga en el alma... ¿Puede entonces haber amor si no se conocen las almas en que ha de albergarse?...» Después de mucho cavilar, díjose Cristela: «El rostro es la puerta del amor, el alma su albergue. Prefiero un palacio con puerta de cárcel a una cárcel con puerta de palacio. Miraré, pues, las almas antes que los rostros.»
Cada una de estas calvas tiene, en los puertos de verano, una choza, y en los otros un «invernal»: la choza para albergue de las personas que pastorean el ganado, y el invernal, edificio amplio y sólido, de cal y canto, para establo y pajar de una buena cabaña de reses. Por lo común, cada invernal corresponde a los ganados de ocho o diez condueños de las «hazas» o partes de la braña contigua.
Después consideraciones tristísimas sobre la ingratitud y maldad de aquella niña que huía de la casa donde se la había dado albergue y ponía en ridículo a su protectora. Las domésticas convinieron en que merecía un castigo ejemplar. Despidiolas al cabo la dama, deteniéndolas con ademán imperioso cuando trataban de llevarse a la expósita.
Cuando Camba era anarquista y sufrió un proceso por injurias a San Judas Tadeo; cuando un poeta dormía en el ascensor de un prócer tonto y tacaño, que era tío del vate sin albergue; cuando Barriobero nos invitaba a comer las paellas que él mismo condimentaba y llamaba a los horteras pinocentauros, o sea cuerpo de hombre y las patas de madera, el mostrador.
Tenía Bringas su taller en el enorme hueco de una ventana que daba al Campo del Moro... Porque la familia vivía en Palacio en una de las habitaciones del piso segundo que sirven de albergue a los empleados de la Casa Real.
Nosotros nos acercábamos, fijándonos en las marcas; si la señal era no entrar, dábamos la vuelta al pueblo; si no, íbamos a alguna taberna, a cuya puerta él nos esperaba. Solíamos tomar en el albergue una sopa caliente, un trozo de carne cocida y un vaso de cerveza, y nos tendíamos en algún camastro o en la hierba seca.
En el pueblo el cuartel de Infantería y pabellones de Oficiales, de madera y techo de zinc; á la salida, hacia el interior, se encuentra el fuerte de María Cristina, de mampostería, con buenos alojamientos; un magnífico hospital de madera y zinc y algunos barracones de materiales ligeros para albergue de tropas.
El ajenjo, veneno lento, da por lo menos cierta excitación artificial; la chicha enbrutece como el opio... Henos por fin en el bonito Hotel del Valle, situado a la entrada del pueblo de Guaduas y único albergue decente en todo el camino de Honda a Bogotá. Hay, sin embargo, mucha gente y es necesario contentarse con poco.
Así lo verificó el fraile, y los Hermanos de la pobre vida bajaron á Quacos, en donde la caridad pública les dió albergue y limosna. »No se desalentaron los cenobitas, ni eran hombres fáciles de vencer los dos recién llegados de Roma.
Palabra del Dia
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