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Actualizado: 3 de octubre de 2025


Toda palabra humana es pálida para revelar la intensidad de mi cariño. Ante su presencia mi corazón es un altar encendido para adorar su bondad, su nobleza y su inteligencia.

Que hubiese guerra en los tiempos bárbaros y de atraso, en los cuales era preciso valerse hasta de la fuerza para hacer conocer al hombre cuál era el Dios a quien había de adorar o el rey a quien había de servir... nada más natural.

¡Cómo no adorar á un hombre que había hecho tal sacrificio en honor de la antigua y adormecida ciudad!... Todos en ella se esforzaban por corresponder á tal abnegación, haciéndole grata la existencia. El Consejo municipal atendía sus indicaciones con tanto respeto como el Colegio de cardenales escucha la voz del Papa.

Allí, en medio de ese piélago que se mueve sombrío é incansable, sobre ese lomo de cristal líquido que nos lleva de continente en continente, es preciso sentir profundamente, admirar, adorar en silencio, vivir de una divina inspiración, ser poeta, cantar, y sentir en el corazon un no qué de heróico, de grande, segun la inminencia aparente del peligro!

18 porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dice la mujer: Señor, me parece que eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. 21 Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

Petra, dejándose adorar, adoptó cierta actitud protectora y maternal. Se interesó vivamente por todo lo que a Miguel concernía, revolvió su baúl, contó las camisas y los pañuelos, fue depositaria del dinero que le daban, en una palabra, se hizo cargo por completo de la dirección de sus negocios, tanto morales como económicos.

Caín es salvaje, Abel, civilizado; Caín es religioso, fanático, reaccionario, adorador de dioses; Abel es observador, progresivo, no le gusta adorar y estudia y contempla. Para Recalde, yo soy todo lo contrario de lo que era para mi abuela.

Adorar, idolatrar y otros cumplían mejor su oficio de dar a conocer la pasión exaltada de un joven enclenque de cuerpo y robusto de espíritu. Cuando el enamorado se iba a su casa, llevaba en la impresión de Fortunata transfigurada.

La idea del matrimonio, aparte ser cien veces absurda, ni siquiera había prestado alientos al inocente impulso de un afecto que se bastaba a mismo para ser, se daba para difundirse y constituía un culto sin otro móvil que adorar. ¿Cuáles eran los sentimientos de Magdalena? Nunca me había preocupado de ellos.

¿Cómo no adorar a Adela? Era la verdad entre la mentira, el candor entre la malicia, decía mi amigo al verla en el gran mundo; era el cielo en la tierra. Los padres no deseaban otra cosa: era un partido brillante, la boda era para entrambos una especulación; de suerte que lo que sin razón de estado no hubiera pasado de ser un amor, una calamidad, pasó a ser un matrimonio.

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