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Actualizado: 26 de junio de 2025
Evitar la pusilanimidad sin fomentar la presuncion, sostener y alentar la actividad sin inspirar vanidad, hacer sentir al espíritu sus fuerzas sin cegarle con el orgullo, hé aquí una tarea difícil en la direccion de los hombres, y mas todavía en la direccion de sí mismo. Esto es lo que el Evangelio enseña, esto es lo que la razon aplaude y admira.
Vuelve, por último, contrito al hogar paterno, rogando que se le perdone, y el padre lo acoge con grandes demostraciones de júbilo. Uno de sus hermanos se admira que se le muestre más deferencia que á él, siempre constante en el cumplimiento de su deber; pero el padre le replica diciéndole, que no hay mayor gozo para un padre que la vuelta del hijo perdido.
Aquel discreto JUAN DE VASCONCELOS Venia delante en un caballo vayo, Dando á las musas Lusitanas zelos. Tras él el capitan PEDRO TAMAYO Venia, y aunque enfermo de la gota, Fue al enemigo asombro, fue desmayo. Que por él se vió en fuga, y puesto en rota, Que en los dudosos trances de la guerra Su ingenio admira y su valor se nota.
El paisaje que se admira desde el puente de la Princesa es de lo más bello que puede crear la naturaleza. El río corre entre dos eminencias, en las que el Sumo Hacedor ha derramado uno de los más hermosos destellos de su poder.
Ricardo se levantó, aproximose a Marta y sacudiéndola fuertemente, exclamó: ¡Chiquita, qué remonísima eres!... No me admira que Manolito... Ya me entiendes... ¡Vaya un modo de empezar a ser formal! Lo seré con el tiempo; no te apures. Bien, pues ahora déjame concluir para llevar el caldo a mamá. ¿Sabes que he recorrido toda la casa y no he hallado a nadie?
Pero esto es una vanidad infundada de los sabios empíricos y de la muchedumbre que los admira y los sigue. Lo razonable es creer lo contrario: que mientras más se extiende el saber experimental, más crece y se magnifica en el espíritu el concepto de la filosofía y de la extensión inexplorada de su imperio.
El orgulloso á quien he descrito mas arriba no podia llamarse propiamente vano, y no obstante su conducta inspiraba algo peor que la vanidad misma: sobre la indignacion provocaba tambien la burla. La vanidad. El simplemente vano no irrita, excita compasion, presta pábulo á la sátira. El infeliz no desprecia á los demas hombres, los respeta, quizas los admira y teme.
Como es natural, desprecia profundamente el fondo, en el cual no ha brillado ni brillará, y admira en primer término, tratándose de poesía, la paciencia, que es la facultad que todo clásico debe cultivar con predilección.
Y en el fondo, al pié de la gran montaña, se admira la belleza serena de los lagos de Neuchâtel, Biena y Morat, cuyas riberas, pobladas de viñedos, aldeas y cortijos, tienen tintas de un verde melancólico, y en cuyas ondas, rizadas por el viento é incendiadas por el sol de la tarde, se alcanzan á ver como nubes flotantes los vapores, y como mariposas las blancas velas de las barcas que navegan allí.
Como mi padre ha vivido fuera de la realidad, se conduce siempre con desparpajo que asusta y admira; así es que, al poco rato de conversación con la duquesa, y como quiera que se hallaba bastante agitado, comenzó a dispararle versos amatorios, un tanto velados todavía, más por artificio que por timidez, declarando que no en balde la señora se llamaba doña Beatriz y que él, como el Dante, subía del infierno de Compostela al paraíso de su presencia y protección.
Palabra del Dia
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