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Actualizado: 24 de junio de 2025
Paco Gómez jugaba con una condescendencia displicente, como hombre que se adelantaba mucho a su época, cometiendo mil torpezas y desaciertos que demostraban la distracción que caracteriza a los seres superiores. En cambio, Núñez tenía puestos los cinco sentidos. No se vio jamás hombre más erudito en aquellas materias ni que las tratase con más profundidad.
Permaneció largo rato de pie observando y escuchando. Había entonces realmente algo en el camino, que se adelantaba hacia él, pero no pudo distinguir nada. La calma y la sábana inmensa de nieve y sin huellas parecían estrechar su soledad y su deseo inquieto rozaba en la desesperación. Entró de nuevo y tornó el pestillo de la puerta con la mano derecha para cerrar.
¿Quién penetraba mejor que doña Luz el sentido de todos sus discursos? ¿Quién le seguía mejor, quien se le adelantaba a veces en los vuelos y raptos de imaginación, cuando pugnaba por levantarse a aquellas regiones adonde el prosaico razonamiento no llega? Sin duda que doña Luz. Doña Luz era, pues, para el Padre un ser muy superior a cuanto la rodeaba, y digno de predilección decidida.
Entretanto, el retrato de la señora de Montauron adelantaba poco a poco.
No vestía sus piernas con festoneados calzoncillos llenos de campanillas, jamás he encontrado un chino que los llevase, no adelantaba constantemente su dedo índice extendido en ángulo recto con el cuerpo, ni siquiera lo he oído jamás proferir la misteriosa frase Ching a ring a ring chaw, ni bailaba como aquéllos a la más leve indicación.
24 Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; veréislo vosotros. 26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser colgado en un madero.
Hombres, mujeres y chiquillos nos seguían con mirada ansiosa, lanzando gritos de satisfacción al ver como nuestra barca, haciendo un último esfuerzo, se adelantaba cada vez más á su perseguidor, llevándole una media hora de ventaja. Hasta el alcalde estaba aquí para servir en lo que fuera bueno.
Hecho esto, comencé á pasear orillas del mar, mas, transcurridos diez minutos, fuí á ver mi medusa, la cual ondulaba á merced del viento, movíase y volvía á ponerse á flote. Con una gracia peculiar, sus cabellos, que la servían de nadaderas, alejábanla suavemente de la roca. Verdad es que no adelantaba mucho en su camino, pero adelantaba, y al poco rato vila bastante lejos.
Cierto que, a pesar de ser buenos los tiempos, adelantaba poco a causa de las prodigalidades de su mujer; pero... ¡pobrecilla! él la disculpaba, recordando su juventud monótona y aburrida al lado del tacaño padre, y además, decíase a sí mismo que alguna compensación había de merecer el resignarse a ser tendera una joven que podía aspirar a una posición más brillante.
Se le presentaban estas ideas a medida que adelantaba por la calle de la Sastrería, calle torcida, mal empedrada, en cuyos adoquines tropezaba de vez en cuando, mientras la luz vaga de los faroles del alumbrado público, proyectándose un momento, arrojaba a las paredes blanqueadas de las casas su silueta furtiva, de líneas desfiguradas, fantasmagóricas, prolongadas por la funda del pañuelo.
Palabra del Dia
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