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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Abrióla una joven como de diez y ocho años de edad, que al ver el aspecto abatido del viejo, y sobre todo al ver que un desconocido le acompañaba, cosa sin duda muy rara en él, dejó escapar una exclamación de temor y sorpresa. "¿Qué hay? ¿Qué le ha pasado á usted?" dijo cerrando la puerta, después que los dos estaban en el pasillo.

Abrióla con mano trémula... ¡Ahaaa! suspiró descansado, después de haberla devorado en dos segundos. Llevóse la mano al pecho, limpióse el sudor con el pañuelo, y volvió a tomar la carta y a releerla con calma. Era, en efecto, de Cecilia, y estaba escrita en un tono suavemente irónico, que nada tenía, sin embargo, de ofensivo.

Dejáronle y, sacándola, abrióla; y echando en un vaso un poco de vino, salió con la lana y estopa un vino salvaje, tan barbado y velloso que no se podía beber ni colar. Entonces acabó de perder la paciencia el viejo, pero viendo las descompuestas carcajadas de risa, tuvo por bien el callar y subir en el carro con los rufianes y las mujeres.

Abriola, y lo era en efecto. La firmaba don Claudio Fuertes y León, y decía lo que podrá ver el lector, si es curioso, en el siguiente capítulo. De lo que escribió desde Villavieja Don Claudio Fuertes y León, a Don Alejandro Bermúdez Peleches

Llegaron al turbado Cervantes las voces de ¡téngase al rey! ¡dense a la justicia! y pavor entrole, no de ser muerto, sino de ser allí encontrado y preso, y, cargado de cadenas, como criminal y mal hombre tratado; y así fue, que recobrando en un punto todo su valor sereno, a la ventana que en el aposento había fuese, abriola y arrojose a la calle, no huyendo de la muerte y del peligro, sino de la deshonra; que bien hubiera podido creer la justicia, si junto a aquellos dos cuerpos muertos le hubiera encontrado, que él los había matado, por celos al uno en riña, y asesinada la otra.

Conocedor Joaquín de la manera de tocar ciertos registros del alma humana y de los efectos de la sorpresa teatral en los sentidos del hombre, y más aún de la mujer, llegose a la chimenea, tomó de ella una cajita, abriola y mostró a los ojos admirados de Isidora porción cumplida de dinero, monedas de oro y plata, y dos o tres manojillos de billetes de Banco.

Palabra del Dia

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