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Actualizado: 19 de junio de 2025
En cuanto á mí, apenas puedo decir que pensaba; una extrema sensación, mezcla de una alegría profunda y de una profunda amargura, había invadido todo mi ser, y me abandonaba á ella, como suele uno abandonarse á un sueño, del que tiene conciencia, pero no fuerza para sacudir su encanto. Llegamos á media noche.
Volvió a pedir una licencia en la secretaría del Juzgado, una licencia más larga que la anterior, para poder abandonarse completamente a la melancolía de su preocupación. En los domingos, por la mañana, estaba seguro de encontrarla. Ella iba a la iglesia del Socorro, siempre a la misma misa de las once, vestida con sencillez.
Ya no le infundía miedo el mar; sentía el deseo de abandonarse sobre las aguas, de descansar. Se acordaba de la abuela, que a aquellas horas estaría pensando en él.
Como desde un principio se había renunciado al imposible, á que tiende nuestro afán escénico, que es á vestir la ficción con los colores de la verdad; como el espectador no deseaba ver ante sí, como si existiera, todo lo descrito en los versos; como no daba gran precio al testimonio de sus ojos, formando su fantasía el complemento de lo que faltaba á la imperfecta representación externa, podía también el poeta abandonarse á las más atrevidas ficciones, sin tener en cuenta si la escena sería capaz de figurarlas.
Si es lícito abandonarse á conjeturas, diremos de estos adelantos escénicos lo que de los argumentos de La Cueva, cuando nos fijamos en sus groseros efectos, y los miramos como un esqueleto desprovisto de las galas brillantes que lo adornan.
En efecto, Liette no era mujer de abandonarse sin resistencia y sin lucha a una pasión cuyos peligros le mostraba claramente su severa conciencia.
Las fatigas de los primeros ejercicios, el movimiento confuso de la capital, tan nuevo para él, no le dejaban lugar para abandonarse a sus ideas; solamente cuando estaba tendido sobre su catre, a la hora tranquila del crepúsculo, la melancolía y los recuerdos lo asaltaban con una violencia extraordinaria.
Entónces, no puede abandonarse el espíritu á vanas abstracciones, no puede formarse sistemas fantásticos, puramente convencionales; preciso es que tome las cosas no como él las imagina ó desea, sino como son; de lo contrario, cuando haga el tránsito de la idea á los objetos, se encontrará en desacuerdo con la realidad, y verá desconcertados todos sus planes.
Así, al cabo de una hora estaba tan dispuesto a vivir como decidido a morir había estado poco antes. Únicamente necesitaba para ello un poco más de energía. Entonces volvió a sentarse, y se puso a considerar su nueva posición con ánimo sereno. Comprendió que por su parte debía acudir en ayuda de su propio pesar huyendo del mundo para abandonarse a su dolor.
Pero como de abandonarse a sus instintos, a sus ensueños y quimeras se había originado la nebulosa aventura de la barca de Trébol, que la avergonzaba todavía, miraba con desconfianza, y hasta repugnancia moral, cuanto hablaba de relaciones entre hombres y mujeres, si de ellas nacía algún placer, por ideal que fuese.
Palabra del Dia
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